Las orcas son depredadores generalistas, que se alimentan de peces, delfines, ballenas, focas, leones marinos y aves marinas entre otras presas. A pesar de esto, los distintos ecotipos e incluso las distintas familas, se han especializado en un tipo de dieta particular, de forma que una vez que han aprendido lo que come su familia no suelen cambiar de dieta.
Las técnicas de caza que usan para capturar unas determinadas presas se transmiten de una generación a otra, dando lugar a una auténtica cultura que define a cada ecotipo de orca. Las distintas innovaciones que permiten obtener un mayor eficacia, como la técnica del varamiento para capturar leones marinos en las playas de Patagonia, son incorporadas a esa cultura y van pasando de madres a hijos.
Las orcas del Mediterráneo
Los naturalistas de la antigüedad ya comentaban la presencia de orcas en el Mediterráneo. Plinio el Viejo, en su Historia Naturalis publicada en el año 77 después de Cristo, describía a unas ballenas que eran enemigas de las grandes ballenas, ya que se alimentaban de sus crías. En el siglo II, Eliano, describía en su obra De Natura Animalium el comportamiento de los "carneros marinos", que entraban en las cuevas situadas en el estrecho de Bonifacio, entre Córcega y Cerdeña para capturar las focas que descansaban en ellas, sin duda Focas monje (Monachus monachus), lo que era la primera descripción del comportamiento de varamiento intencionado en esta especie.
No fue hasta el siglo XVI, cuando se publicaron las primeras observaciones de las orcas que perseguían a los atunes, que acosados por ellas llegaron a entrar en el río San Pedro, en Cádiz (Horozco, 1589). A partir de entonces hay varias referencias a la presencia de orcas en esas aguas, sobre todo en el Golfo de Cádiz, considerándola como una especie rara en el resto del Mediterráneo.
Durante siglos, las focas y las ballenas fueron cazadas en el Mediterráneo hasta su casi completa desaparición y todo apunta a que el descenso de las poblaciones de orcas en este mar fue consecuencia de la desaparición de las grandes ballenas. Algunos autores han sugerido que la actual dieta de las orcas en esta zona, basada en el Atún rojo, podría haber sido una nueva adaptación como respuesta a la desaparición de las grandes ballenas, que antes eran la presa clave de su dieta.
Actualmente la orca solo se presenta de forma regular en la zona del estrecho de Gibraltar y el Golfo de Cádiz. En este lugar viven aproximadamente unos 60 ejemplares, 47 de los cuales ya habían sido individualizadas entre 1999 y 2011 (Esteban et al., 2016a). Todos ellos se reúnen en 5 grupos cuyo tamaño varía entre 18 y 6 animales y que permanecen unidos durante toda su vida (Esteban et al., 2016b). Al frente de cada grupo se encuentra una hembra, la matriarca, que es la que lo organiza y lo dirige.
Orcas, atunes y pescadores
El Atún rojo (Thunnus thynnus) es una especie migratoria que en primavera entra en el Mediterráneo desde el Océano Atlántico para reproducirse. En el viaje de ida pasa próximo a las costas de Cádiz y desde allí se dirige a una zona situada alrededor de las Islas Baleares y Sicilia donde desova. Después del desove, vuelve a salir al Atlántico pero esta vez más próximo a las costas africanas. Y siguiendo a los atunes en su migración se desplazan las orcas, que ha convertido a esta especie en su presa clave y su pesca en la base de su cultura.
Si en el viaje de ida los pescadores españoles pescaban a los atunes usando la técnica milenaria de la almadraba, durante el viaje de vuelta, son los pescadores marroquíes (y algunos españoles) los que los esperan, empleando para ello un aparejo compuesto de una piedra, una larga línea de sedal y un anzuelo. Una vez que pica el atún, el enorme pez es izado a mano hasta meterlo en la lancha, una operación que puede alargarse hasta una hora o incluso más.
En primavera, cuando los atunes entran desde el Atlántico, las orcas cazan usando la técnica del agotamiento, para ello se dividen en grupos de unos poco individuos que se separan entre sí por unos 100 o 200 metros. De esta forma a medida que avanzan van acorralando a los peces persiguiéndolos en aguas someras que no superan los 300 metros de profundidad, llegando a empujarlos incluso hasta la misma línea de costa. Después de esa persecución, los atunes, agotados, son presa fácil para el grupo.
Cuando los atunes emprenden el viaje de vuelta tras haberse reproducido, las orcas los esperan en la zona de las bajas, frente a las costas de Tánger y es allí donde emplean una nueva técnica que consiste en robar los atunes a los pescadores.
La caza
Son las 10:30 h de la mañana del 12 de agosto de 2017 y después de casi 2 horas de travesía desde el puerto de Tarifa llegamos a las bajas de Tánger. Durante todo el trayecto apenas vimos unos pocos delfines, pero ni rastro de las orcas. Al aproximarnos a la zona, desde casi media milla de distancia ya se veían varias barcas marroquíes y junto a ellas algunos barcos españoles.
Entre las hembras y los jóvenes, destacaban al menos un par de grandes machos, con sus enormes aletas dorsales. Los machos permanecen toda su vida al lado de sus madres formando parte del grupo y solo se relacionan con otros grupos cuando estos se reúnen en algunas zonas concretas, como ocurre en la zona de las bajas. Es en esos momentos cuando los machos se aparean con las hembras de los clanes vecinos, evitando de esta forma los cruzamientos endogámicos.
Si las orcas están en la zona, la mayoría de los atunes que capturan los pescadores son robados por ellas. Durante las 5 horas que permanecimos ese día junto a ellas no vimos a ninguna embarcación sacar ni un solo atún entero.
En la mayoría de las ocasiones el pez desaparecía completamente antes de llegar a la superficie y en otras tan solo aparecían sus restos. Solo en los días en los que las orcas, saciadas después de los atracones de atún, abandonan la zona de las bajas, los pescadores capturan suficientes atunes para ellos. Y no son pocos como pudimos ver en los días siguientes.
Una vez robado el atún, el ladrón se aleja del barco y espera al resto del grupo para alimentarse todos juntos. Solo son necesarios unos pocos minutos para que un enorme pez de más de 200 kilos de peso sea completamente devorado por el grupo, pero el clan necesita más y seguirá robando atunes hasta que una vez saciada toda la familia abandonen la zona.
Pero antes de iniciar de nuevo la caza no es raro que las orcas celebren el éxito de su anterior captura. En esos momentos es cuando se producen los saltos más espectaculares, mientras otros miembros del grupo baten sus colas en la superficie del agua.
Transmitiendo la cultura
Tal como he comentado antes, los distintos ecotipos de orcas, aparte de tener unos rasgos distintivos, tanto morfológicamente como vocalmente, tienen distintas culturas que se transmiten de los hembras más viejas y experimentados a los más jóvenes y de esta forma van pasando de generación en generación.
Las orcas, desde que nacen hasta que se mueren permanecen dentro del grupo y durante los primeros meses de vida no se separan de sus madres y ellas serán las encargadas de enseñarles las técnicas de caza. Las orcas son de las pocas especies, junto al calderon de aleta corta (Globicephala macrorhynchus) y el ser humano, en la que las hembras viven más allá de la menopausia. En el resto de animales, las hembras son fértiles hasta el fin de su vida. Que tanto en el ser humano como en las orcas las hembras continúen con vida hasta mucho después de finalizar su etapa reproductiva se explica por el importante papel como transmisoras de cultura que tienen las hembras más viejas (Brent et al, 2015). Esa experiencia las convertirá en las lideres del grupo.
En los grupos de orcas que observamos a finales de julio de 2017 había al menos 3 crías jóvenes, una de ellas de tan solo unas semanas de edad. Durante esos primeros días de vida, las crías son fácilmente identificables, no solo por su tamaño, sino también por el color de la mancha de la cabeza, que es de color amarillo frente al color blanco que adquirirán a medida que vayan creciendo.
La conservación de las orcas del estrecho y la dependencia del atún rojo
Tal como confirman los trabajos realizados por CIRCE, la exigua población de orcas del estrecho depende del atún rojo para su supervivencia. Si el número de atunes disminuye, estos cetáceos necesitarán más tiempo para capturarlos y esto implicaría un incremento del estrés nutricional y energético que afectará negativamente a la tasa de reproducción y producirá un incremento de la mortalidad (Esteban et al., 2016a).
En la gráfica anterior, tomada de Esteban et al. (2016c) se puede ver la interación entre las pesquerías de anzuelo españolas y marroquíes (línea negra) y la supervivencia de las crías (línea gris). Tal como se puede observar, a partir de 2006, coincidiendo con el acusado descenso en las capturas, se produjo una dramática reducción en las tasas de supervivencia de las crías de orca, lo que confirma la dependencia de esta población con este tipo de pesquería.
Debido a esto, en los planes de conservación de las orcas del estrecho se ha propuesto aumentar las cuotas de pesca tradicional de atún rojo, sobre todo las del atún de vuelta, al mismo tiempo que se reducen las cuotas de las pesquerías industriales, lo que también ayudaría a la recuperación del stock. Este tipo de estrategia de conservación asignaría una cuota anual de pesca en base al consumo de la población local de orcas, que en 2011 se estimó en un 9% del total de la cuota asignada ese año. A pesar de lo que pueda parecer, el consumo de atunes por parte de las orcas no produjo ningún tipo de represalia por los pescadores afectados, ya que como hemos indicado antes, en los días en los que las orcas no aparecen pescan suficientes peces.
Gracias a los trabajos realizados por los investigadores de CIRCE, el 4 de mayo de este mismo año se aprobó la Orden APM/427/2017 (publicada en el BOE núm. 117, de 17 de mayo de 2017), por la que se aprueban las medidas de protección, y el Plan de Conservación de la orca ibérica en Estrecho y Golfo de Cádiz. Esperemos que estas medidas sirvan para conservar y evitar la extinción de esta población de orcas, única e irrepetible.
En el vídeo anterior podéis ver como se desarrolla esta interacción entre pescadores y orcas. Si os fijáis, a partir del segundo 00:28 se ve como una de las orcas arrastra a la embarcación después de haber atrapado el atún que aún permanecía enganchado al anzuelo.
NOTA: haced clic en las fotos para verlas a mayor tamaño.
Referencias
- Brent LJN, Franks DW, Foster EA, Balcomb KC, Cant MA & Croft DP (2015) Ecological Knowledge, Leadership, and the Evolution of Menopause in Killer Whales. Current Biology 25, 746–750.
- Esteban R, Verborgh P, Gauffier P, Alarcón D, Salazar-Sierra JM, Giménez J, Foote A & de Stephanis R (2016a) Conservation Status of Killer Whales, Orcinus orca, in the Strait of Gibraltar. Advances in Marine Biology 75: 141-172.- Esteban R, Verborgh P, Gauffier P, Giménez J, Foote A & de Stephanis R (2016b). Maternal kinship and fisheries interaction influences killer whale social structure. Behav. Ecol. Sociobiol. 70, 111–122. http://dx.doi.org/10.1007/s00265-015-2029-3.
- Esteban R, Verborgh P, Gauffier P, Giménez J, Guinet C, de Stephanis R (2016c) Dynamics of killer whale, bluefin tuna and human fisheries in the Strait of Gibraltar. Biological Conservation 194: 31–38- Horozco (1598) Historia de la ciudad de Cádiz. El Excmo. Ayuntamiento de esta M.N. M. L. y M. H. Ciudad.
- Morin PA, Archer FI, Foote AD, Vilstrup J, Allen EE, Wade P, Durban J, Parsons K, Pitman R, Li L, Bouffard P, Nielsen SCA, Rasmussen M, Willerslev E, Thomas M, Gilbert P & Harkins T (2010) Complete mitochondrial genome phylogeographic analysis of killer whales (Orcinus orca) indicates multiple species. Genome Research 20: 908-916.