¿Ordenador o pizarra?

Publicado el 05 febrero 2013 por Icmat

Manuel de León, director del ICMAT, reflexiona sobre el uso de la tiza y pizarra frente al Power Point en las presentaciones matemáticas, con motivo de un artículo de V. V. Peller enlos Notices de la American Mathematical Society. ¿Se sigue mejor un razonamiento escrito, poco a poco, en el encerado? ¿el ordenador permite una sobreabundancia de información que el público puede asimilar? ¿se reduce el contacto entre el público y el orador? De León señala varios argumentos por los cuales el uso de la tiza y el encerado comienza a resurgir de nuevo, aunque también reconoce ciertas ventajas de las presentaciones por ordenador.

En el último número de los Notices of the American Mathematical Society (Febrero de 2013) aparece publicado un interesante artículo de V. V. Peller, profesor de la Universidad Estatal de Michigan (EE UU), titulado “Utilization of Technology for Mathematical Talks. An Alarming Situation” [“La utilización de la tecnología en als conferencias matemáticas, una situación alarmante”], en el que analiza la proliferación de las presentaciones con ordenador en contraposición con las más tradicionales de tiza y encerado.

Según V.V. Peller las presentaciones por ordenador (los típicos power points, en diferentes formatos) son muy pobres en relación con las que usan encerados, y, por ello, esta situación debe ser revertida en congresos y seminarios de manera urgente. Este es un tema que muchos colegas hemos debatido en numerosas ocasiones, y valga decir que el uso de la tiza y el encerado comienza a resurgir.

¿Por qué una presentación por ordenador es más pobre? En primer lugar, pasar las transparencias a golpe de teclado puede provocar una rapidez en el discurso que el espectador no puede seguir, perdiendo el hilo rápidamente. Por otra parte, el orador puede incurrir (de hecho, la experiencia demuestra que es muy habitual) en el error de querer incluir todos los resultados que tiene, lo que abruma e impide comprehender toda la conferencia.

Otro problema es que se reduce el contacto del orador con el público, con lo que es más difícil percibir si el público sigue la exposición o se ha perdido, y, en consecuencia, tomar las medidas necesarias. Digamos que esto puede ser así o no, depende de la actitud del conferenciante.

Y si tantos colegas ya están convencidos de las ventajas del prosaico encerado, ¿porqué se siguen utilizando pantallas ? Uno de los motivos que señala V.V. Peller es meramente técnico: los congresos han abandonado los recintos universitarios, y se han trasladado a los hoteles.

Esto es verdad, está ocurriendo, y es debido fundamentalmente a que los campus no suelen tener instalaciones adecuadas para hospedar los asistentes, y a que en los hoteles se puede negociar un precio global que incluye el alquiler de las salas de conferencias. Esto supone una excusa para evitar el uso de la pizarra, porque los hoteles habitualmente no las poseen, y requiere trasladarlas desde las universidades, lo que siempre es un engorro para los organizadores.

Peller debate también sobre los ya pasados de moda proyectores, que considera como una solución intermedia, sobre todo si se puede disponer de dos simultáneamente y en uno de ellos dejar los aspectos esenciales fijos durante toda la presentación.

Uso responsable de ambos medios

A pesar de los malos augurios que predica V.V. Peller, las presentaciones en ordenador también tiene sus ventajas. Porque pueden ser posteriormente distribuidas a los asistentes a la conferencia y ser estudiadas con más detalles. Además, estas presentaciones suelen estar muy bien organizadas y es una manera de agrupar resultados sobre el tema en cuestión. En contrapartida, el uso de la pizarra permite que las matemáticas aparezcan como una construcción que podemos seguir con más interés y facilidad. Como en muchas ocasiones, un uso responsable de ambos medios es el mejor consejo.

No cabe duda que impartir charlas es algo que un estudiante de doctorado debe aprender, y una de las tareas del director de tesis doctoral es enseñarle a hacerlo de la mejor manera posible. Esto, sin duda, como señala Peller debe ser una parte de la formación de un investigador, porque al final, los resultados hay que contarlos a los colegas.

Independientemente de estas consideraciones, y como posicionamiento indirecto, digamos que nuestro instituto tuvo una preocupación grande por dotarse de aulas con unas pizarras grandes y de calidad; nuestros despachos están provistos asimismo de pizarras, y en algunos pasillos y salas los investigadores pueden emborronar un encerado si la inspiración les pilla en ese momento.

Nota: Agradezco a Tito Eliatron haber llamado mi atención sobre este artículo en uno de sus tweets.

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Manuel de León (CSIC y Real Academia de Ciencias) es director del ICMAT y miembro del Comité Ejecutivo de IMU.

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