Ya hablamos del desván de los sentimientos y las emociones. Ligados a ellos, irremediablemente, están sus recuerdos (los asociados a esos sentimientos y emociones) y los recuerdos conscientes e inconsciente de otra índole menos emocional y más racional. Vamos, que el desván es un batiburrillo de elementos y procesos emocionales y almacén de recuerdos simples, sencillos y complejos. Mi blog se basa en ir ordenándolos en tanto en cuanto que van surgiendo ideas relacionadas para colocarlos en una especie palacio de la memoria. En la antigüedad, la memoria era un proceso necesario para la vida tanto cotidiana como de la alta sociedad política, y que con el tiempo ha ido desvaneciendo su valor a raíz de los progresos de instrumentos para mejorarla. Simónedes de Ceos después del derrumbe en un palacio en el que se celebraba una boda, logró recordar quiénes eran los fallecidos desfigurados por el accidente simplemente retrocediendo en el tiempo y recordando la posición que mantenían en la boda los comensales en sus distintas cámaras del palacio. En ese momento, se plasma la idea de la mnemotécnia. Sin embargo, aquí, en vez de ser ordenados en la búsqueda de los recuerdos, simplemente, dejo que salga por asociación, y de ahí, el carácter ecléctico de los post. ¿Por qué así? Es más entretenido y menos esforzado, pero a la vez, me sería difícil encontrar recuerdos de los que no recuerdo, esto es, que hay recuerdos que están ahí oxidados y ocultos bajo escombros de otros recuerdos a los que mi atención ya no llega por simple lejanía temporal, y que salen aisladamente, o continuamente, por asociación con el presente. Ya veremos cuando no me venga ideas asociadas. ¿Por qué ordenarlos? Ya estoy harto de tenerlos almacenados de forma caótica, que es otra forma de orden en el desorden. Espero esas conexiones que hacen aparecer el recuerdo, y entonces, lo pesco y lo saco del batiburrillo para hacer el post y después ordenarlo.