A continuación escuchamos una obra inédita y anónima de los siglos XVIII-XIX para órgano sólo con estilo plenamente clásico en adornos y formas, la Sonata para clarines (de la Parroquia de Chelva) que fueron los protagonistas aunque su escritura sea más bien pianística y sin cambios de registros, con adornos en la línea "vienesa" en una tonalidad que me sonó a LA M.
De Fray Vicente Comas (1811-1885) otra obra inédita, Pastorela (del Convento franciscano de Jerusalén), para el trío con un inicio de trompeta y órgano en flautado agudo, en alternancias sólo y dúo que dieron paso a las dos trompetas, auténticamente italianizante en sabor y forma, virtuosismo en metales y flautados.
Volvimos al órgano puro con una pieza de cabecera para muchos intérpretes, compuesta por S. Aguilera de Heredia, su Tiento de medio registro de Bajo de tono 1º (de La Seo de Zaragoza), renacimiento dorado desplegando un juego de registros donde el instrumento no gimió con una mano izquierda grave llevando el peso como bien indica el propio título.
Del Padre Francisco Vives (1742-1799) escuchamos una obra barroca desde el "tutti" inicial pleno de sonoridad, la Tocata de 5º tono (del Monasterio de S. Miguel de los Reyes) con contrastes tímbricos, melódicos, trinos y final en ritardando de lo más puro y hecho en España.
Este primer bloque lo cerrarían dos obras inéditas de distinta factura: primero la del barcelonés Mateo Ferrer (1788-1864), sus Variaciones sobre un tema de J. Haydn (de la Catedral de Barcelona) para órgano sólo, donde una vez expuesta la melodía en tonalidad mayor a lo largo de las seis variaciones pudimos disfrutar un estilo pianístico tanto en técnica compositiva como interpretativa de una obra pienso que didáctica: la primera variación con juegos de flautado, la segunda con esencia de organillo vienés, tercera de dúos ágiles en ambos teclados, cuarta de contrapuntos melódicos en ambas manos y acordes disonantes, una quinta nada mala usando el modo menor con virados al mayor original, y la última donde la trompetería en la mano izquierda llevando la melodía y la derecha dando acordes flautados dejó algo de barullo hasta recuperar planos en agudo pero que quedó algo coja tímbrica y acústicamente.
La segunda parte de este original concierto la titularon "II. Imágenes de la liturgia hispánica", comenzando con el maestro de capilla aragonés Gregorio Ladrón de Guevara (s. XIX), del que escuchamos el Villancico para la Kalenda (de la Colegiata de Borja), igualmente operístico por lo "cantabile", con unos dúos de trompeta de sabor italianizante y ambiente festivo como todo canto villanesco.
Del Padre Joseph Benavent (1640-1711) escuchamos otra obra inédita para órgano solo, Dos versos sobre "Pange lingua" (del Monasterio de Santa Mª de La Murta) a base de flautados agudos (2', 4' y 8') con la melodía litúrgica siempre clara y buena ornamentación en ambos, sencillos, breves y con calidad.
Lo que más me gustó, y creo que también al público que llenaba la coqueta iglesia de Santa Marina del Rey, fue la Cantada de Navidad (1757, de la Catedral de Las Palmas) de Joaquín García (1710-1779) por el excelente barroco de reminiscencia o inspiración händeliana, órgano pleno en registros y dúo de trompetas en terceras y sextas con adornos claros de gran dificultad, consiguiendo un trío que respiró no ya alegría sino poderío estilístico y sonoro.
Volvió el órgano sólo con otra obra inédita de Valeriano Lacruz (1811-1885), el Ofertorio en RE M. (de la Catedral de Segorbe), en principio de lo más eclesiástico por los octavados y flautas elegidas que se rompe con una marcha central plenamente profana evolucionando con pequeñas variaciones retomadas incluso en el registro cantabile para la mano izquierda mientras la derecha realizaba los acordes. Desconozco en qué ciclo litúrgico estaría encuadrada pero por la majestuosidad bien podría ser obra para el Corpus.