Hoy es el día contra el acoso escolar. Eso, y el estado del mundo en general, me han llevado a dedicarle unos minutos a escribir esto antes de irme a atender otras cosas de mi día a día (como todo el mundo.)
Yo fui acosada cuando era pequeña.
Creo que lo más importante es empezar por ahí, admitiendo lo que te ha pasado. Sí, eso me ha pasado y está ahí y vive conmigo a pesar de que he logrado superarlo. ¿Ha costado? Por supuesto. ¿Ha sido fácil? En absoluto. ¿Estoy mejor ahora que cuando estaba rodeada de un grupito de chicas populares que me hacían la vida imposible?
Definitivamente.
Ahora mismo estoy en la fase adulta de mi vida, sé que he sabido salir de ahí, me resulta irónico comprobar que las mismas personas que me hicieron todo esto, de repente les interesa ser amigas mías a través de cualquier red social (llamadla x). Algunas han mejorado con el tiempo, otras sencillamente siguen igual. No se molestan en ocultarlo, tampoco. Del mismo modo, yo tampoco me molesto en ocultar mi indiferencia. Es la mejor defensa contra cualquier ataque.
Lo más triste no es eso, ni que haya sido víctima de robos, de insinuaciones homófobas por el simple hecho de no ser como ellas, espabiladas y expertas en amores a tan temprana edad o de no ser precisamente la más guapa y delgada sino todo lo contrario. Cosa que, perdón, no tienen nada que ver una con la otra, pero hoy en día sigue siendo muy importante eso de quién te gusta o deja de gustar. Espero que se hayan dado cuenta ya. Lo más triste es comprobar a través de un programa de radio en un día como hoy, la cantidad de adultos que han pasado por una situación o exactamente igual, parecida o mucho peor. Me sentí tentada a dejar mi aportación, pero en lugar de eso lo haré escribiendo que siempre se me ha dado mejor que hablar.
Hay que escuchar.
Si tu hijo/a, amigo/a, el ser querido que sea viene a ti desesperado y con lágrimas en los ojos porque no aguanta más ir al colegio. Si la sola idea de enfrentarse al día siguiente a otra jornada escolar más les produce asco o mucho miedo, si no quieren comer porque le dicen gordo/a en el cole o hay algún comportamiento raro, hay que escuchar.
No lo digo por los padres, quienes hacen todo lo posible por solucionarlo: hablan con profesores, directores, con quien haga falta. Precisametne, lo digo por experiencia propia, lo máximo que obtienen de eso es: Bueno, es normal, son cosas de niños. O simplemente te dicen con toda la jeta que es que ellos no han visto “nada.” Muchos niños callan, y precisamente por eso está en los adultos poner especial atención en pequeñas cosas que pueden estar avisando de algo más gordo.
Ha habido casos de suicidios, desgraciadamente, por el hecho de que un grupo de cabrones (con perdón), no saben aceptar a todo el mundo como es, no sé si porque lo piensan así o se lo han enseñado, probablemente lo segundo. Y que eso se de en el 2017 es triste. Mucho.
Hay que escuchar, hay que estar atento y tener mucho menos orgullo y sobretodo prejuicios.