Israel ha vuelto a cometer un grave error, similar al que ya cometieron en el 2009 con la invasión de Gaza y en el 2010 con el asalto a la flotilla que el Sr. Erdogán y otros islamistas “moderados” les habían puesto delante de Gaza para tentarles a hacer exactamente lo que hicieron.
No entiendo porque han reaccionado tomando muy serias represalias ante el hecho que Palestina haya sido admitida en las Naciones Unidas como Estado no miembro observador, con voz pero sin voto. Creo que debían haber votado a favor en vez de reaccionar a lo bestia, porque el mero hecho de haber solicitado esa admisión ya suponía la aceptación de la Resolución 181 de la O.N.U. de 1947 que establecía la creación de 2 estados, uno palestino y otro judío, en el antiguo mandato británico de Palestina, que no solo nunca han aceptado, sino que cuando se constituyó el estado de Israel en aplicación de dicha Resolución, invadieron su territorio de forma inmediata con la ayuda de sus vecinos árabes. Aunque si es cierto que el Sr. Abbas aclaró inútilmente, solo de cara a la galería, que la aceptación de la Resolución no implicaba el reconocimiento del estado de Israel, no hay duda que, de haberse producido una reacción menos visceral por parte de Israel, era una buena oportunidad para acercarse a esa aparentemente imposible paz en Oriente Medio.
Lo que ocurre es que la paz en Oriente Medio tiene tantos palos en las ruedas que cualquier avance es casi imposible.
Para empezar los actuales líderes de Israel, con la excepción del Presidente Shimon Peres pero del Primer Ministro Netanyahu para abajo, son la derecha ortodoxa, que salvando las distancias se podría decir que es equivalente a los islamistas, pero de alguna forma los palestinos también son en parte responsables de que los israelitas voten a políticos que reaccionan de manera dura e intolerante ante las amenazas palestinas, porque hasta la segunda mitad de los años noventa y durante casi una década el partido laborista israelí, con enorme apoyo popular y liderado por Isaac Rabín y Shimon Peres, llevaron a cabo varios intentos de alcanzar la paz con Arafat, llamados genéricamente “Paz por Territorios”, pero los repetidos incumplimientos palestinos, sus acciones terroristas y las sucesivas intifadas dieron al traste con los acuerdos. Además los países que apoyaban estos acuerdos, la mayoría occidentales, y el propio Israel aportaron bastantes decenas de millones de US$ para mejorar las condiciones de vida de los palestinos que en gran parte se utilizaron para construir un sumamente infrautilizado aeropuerto internacional en Ramala y del resto, más de 12 millones, cuando el proceso ya estaba abortado, aparecieron en cuentas privadas de Arafat en Paris, gracias a las que su viuda vive ahora en la capital francesa sin excesivas privaciones. Este proceso provocó tal desencanto en la población israelí que desde finales de la década de los noventa , y después que un radical ortodoxo asesinara a Isaac Rabin en 1995, la derecha ortodoxa domina en mayor o menor medida el gobierno de Israel.
Por el lado árabe, aunque ocasionalmente puedan ser liderados por un político moderado como Mahmoud Abbas, tarde o temprano el Islam radical acaba imponiéndose, y su objetivo irrenunciable es el fin del estado de Israel y el restablecimiento de la Ley Coránica en lo que había sido el territorio del Imperio Otomano.
Por eso hace tiempo que pienso que la paz en Oriente Medio no será posible por mucho tiempo, hasta que el Islam Radical se modere, olvide la aplicación literal de los preceptos del Corán, y renuncie a luchar por la expansión de su religión, y por esta misma razón, aunque no tomo partido por ningún bando, me preocupan más unos que otros, porque es imposible que en el futuro los judíos dominen el continente europeo y nos obliguen a nosotros sus habitantes a abrazar su religión o a someternos con total sumisión pasando a ser ciudadanos de segunda sin libertad, derechos ni propiedades, pero ese objetivo si está en la mente de cualquier musulmán radical bien adoctrinado.