Origen de las supersticiones

Publicado el 18 diciembre 2019 por Carlosgu82

Es muy conocida la definición de Marx sobre la religión como opio del pueblo. Tal vez menos conocida pero igual de importante es la de Freud: neurosis obsesiva de la humanidad. Este tipo de neurosis se caracteriza por la presencia de rituales. Todos nos enfrentamos con situaciones angustiosas, en las que la victoria es magnífica pero la derrota es devastadora. “No temas a la derrota, acéptala como parte de la vida”, fue un consejo de Bruce Lee al protagonista de la serie Longstreet. Tememos ser rechazados por una posible pareja, en un empleo, un diagnóstico desfavorable en una enfermedad, etc. Ante ese bamboleo entre la victoria y la derrota, no podemos evitar tratar de aliviar la tensión mediante rituales: deshojamos los pétalos de una margarita, contamos ventanas en un pasillo, etc. Algunos tienden a lavarse mucho las manos o el rostro para estar limpios de culpas ante una situación en que van a ser juzgados sus actos o habilidades. Ese sería el origen de la magia, con rituales más institucionalizados. Leer las runas o las cartas es una forma de saber de antemano lo que pasará, basada en la creencia mágica de que todo repercute o está en todo. Si mis cartas son favorables, las circunstancias también.

Freud no veía solo en la magia, sino también en los ritos religiosos esa actitud de aliarse con una divinidad, a veces sacrificando algo o causándose un dolor, con el fin de apaciguarla para obtener sus favores. Eso hacía de las religiones, según el psicoanalista vienés, una neurosis obsesiva aceptada socialmente.

Otros psicólogos han visto una relación entre el nacimiento de una superstición y la falacia de falsa causa, o sea, pensar que si algo pasa después de x, entonces fue causado por x (post hoc, ergo propter hoc). Si lanzamos comida a un pollo que está pasando sus uñas sobre el polvo o a una rata que se está rascando, asociarán el comportamiento con la comida y lo repetirán cada vez que tengan hambre. Un hombre primitivo tocaba un tambor de cierta forma o danzaba, y la lluvia cayó. Tenderá a repetir esos actos cada vez que quiera lluvia.