Origen del conocimiento, fin del alma

Por Daniel Vicente Carrillo


Definición I: Una idea, concepto o noción es el código mediante el que todo ser cifra su conocimiento.
Definición II: La percepción es la subsunción de la experiencia en las ideas, la cual es realizada por la mente.
Definición III: La mente es un sistema de ideas, claras o confusas, articulado en un ser vivo.
Axioma I: No es posible una mente sin ideas.
Axioma II: No es posible la percepción sin ideas preexistentes.
Axioma III: Nada puede descomponerse si no es en sus elementos constituyentes.
Axioma IV: Toda percepción puede reducirse a ideas.
Axioma V: Toda idea o es autoevidente o se explica por otras ideas.
Axioma VI: Nada es desigual a sí mismo.
Proposición I: La experiencia no genera las ideas ni constituye la mente.
Demostración: La mente es un sistema de ideas, claras o confusas, articulado en un ser vivo (Definición III). Ahora bien, no es posible la percepción sin ideas preexistentes (Definición II, Axioma II), ni puede explicarse una idea por medio de algo que no sea una idea (Axioma V), aunque sí una percepción por una idea (Axioma IV). Por tanto, la experiencia no genera las ideas ni constituye la mente.
Reducción al absurdo de la proposición contraria: Si la experiencia genera las ideas, entonces la experiencia genera la mente. Pero no hay percepción sin mente (Definición II), por lo que la premisa de la que se parte es falsa y es cierta la opuesta.
Proposición II: La mente contiene en sí misma desde que existe todas las ideas de las que es capaz.
Demostración: Dado que las ideas no proceden de la experiencia (Proposición I), éstas han de ser generadas con la mente o imbuirse en ella con posterioridad. Sin embargo, no es posible una mente sin ideas (Axioma I). Por tanto, la mente contiene en sí misma desde que existe todas las ideas de las que es capaz.
Proposición III: La mente, entendida como el alma del individuo, es indivisible e inmortal.
Demostración: Así como lo empírico no puede constituir la mente (Proposición I), tampoco tiene el poder de descomponerla (Axioma III). Por otro lado, no es posible que la mente se escinda sin que lo haga al mismo tiempo el ser vivo que la posee (Proposición II, Definición III), lo que es absurdo (Axioma VI). Por tanto, la mente, entendida como el alma del individuo, es indivisible e inmortal.