Con un ritmo pausado pero intenso a la vez, Cahill juega una vez más con la belleza de las imágenes, casi oníricas por momentos, para contarnos la historia de un científico obsesionado con los ojos, y el estudio de estos, para desmontar uno de los pilares que fundamentan las posturas teológicas en contra de la teoría de la evolución de las especies y demostrar así la inexistencia de Dios.
Todo ello envuelto en una historia de amor llena de confrontaciones entre el científico y la mujer de la que se enamora perdidamente, una gran defensora de la fe y las creencias religiosas. El conflicto está servido. Pero es un conflicto llevado desde la cordura y la reflexión, en el que el director se posiciona, sin tomar partido, a ambos lados de la línea que separa tan diferentes posturas sin esfuerzo alguno y presenta argumentaciones muy válidas para ambas posturas.
El director se mueve como pez en el agua variando el estilo del film en diferentes etapas y pasando por géneros como el drama, el thriller, el romance o la ciencia ficción sin que ello chirríe en ningún momento.
Los actores presentan una interpretaciones muy correctas. Cahill vuelve a echar mano de Brit Marling, que parece destinada a convertirse en su actriz fetiche, lo mismo que William Mapother al que le ha reservado un papelito en el film. El papel principal recae sobre un acertado Michael Pitt secundado por la bella Astrid Bergès-Frisbey.
Un film muy recomendable que invita a la reflexión y a contemplar determinados temas desde diferentes puntos de vista de forma coherente y sin tratar de imponer ninguna postura sobre otra.
Mucha atención, porque tiene escena post-créditos.
Lo mejor: Su estilo visual. Su maestría para bailar entre dos posturas tan opuestas sin ponerse del lado de ninguna de ellas. Algunos giros de la historia.
Lo peor: Su ritmo lento puede perjudicarla en algún momento. El doblaje al castellano.
Nota: 7/10
Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2884206/