Orígenes secretos -orgullo friki

Publicado el 16 septiembre 2020 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran
Lamentablemente pocas cosas funcionan en Orígenes secretos, cuya gran virtud es que resulta simpática. No es poco. Esta película de David Galán Galindo, que adapta su propia novela, se propone como una declaración de amor a los lectores de cómics -en general- pero sobre todo a los aficionados a los superhéroes, concretamente, a los españoles. Buenas intenciones que no llegan del todo a buen puerto por un problema de tono. Estamos ante un thriller en las coordenadas de Seven (1995), film que marcó época -tras El silencio de los corderos (1991)- y que saturó las pantallas de cine con detectives atormentados pisándole los talones a asesinos en serie de retorcidos modus operandi. Si John Doe (Kevin Spacey) recreaba los siete pecados capitales en cada muerte, el misterioso criminal de Orígenes secretos se dedica a replicar los primeros números de conocidos superhéroes. El problema -para mí- es que el thriller con asesino psicópata es un subgénero desgastado y desfasado, cuyos clichés esta película repite mecánicamente, apoyándose en la novedad de la temática superheroica. Estamos ante una premisa interesante, a la que le falta frescura en la ejecución. No hay tensión en la búsqueda del asesino. Como thriller policíaco, la película no resulta sólida y como comedia, le falta chispa. Orígenes secretos quiere ser friki, pero no lo es tanto, quizás por temor a dejar fuera al público no iniciado. Y eso que los superhéroes a los que apela son de sobra conocidos ¿Quién no conoce el origen de Batman? Y hay escenas incomprensibles: que el detective que encarna Antonio Resines necesite la confirmación de su hijo, el friki Brays Efe, para confirmar que Hulk salió, por primera vez, en el cómic de Hulk, desconcierta. Los temas frikis se hablan entre los personajes con poca convicción, un fallo cuando varios de los implicados en la película son entendidos. Contradictoriamente, parece que el guión está más interesado en hacer referencias a los tebeos -por ejemplo, casi todos los personajes tienen los apellidos de las editoriales que han publicado cómics en España- que en contar una historia. En este contexto, resulta encomiable la labor de los actores, que verdaderamente lo dan todo: Verónica Echegui está estupenda con un personaje imposible, Antonio Resines aporta un tono naturalista y costumbrista que quizás debería haber marcado el tono del film. También están muy bien Javier Rey y Brays Efe, aunque este último, parece desaprovechado. El que peor lo tiene es Ernesto Alterio, con un rol que le exige estar en un registro diferente al resto del elenco. Mencionemos también a Leonardo Sbaraglia, que hace de Alan Moore y pone sobre la mesa uno de los temas de la película, la defensa del diferente, del friki, que habría requerido un desarrollo más profundo. Orígenes secretos parece una película española de los años 90 -La mujer más fea del mundo (1999) me parece un referente pertinente-. Es una buena producción con ideas demasiado deudoras de referentes de Hollywood. La sombra de El protegido (2000) parece evidente. Cuando el panorama cinematográfico mundial -y el catódico- ha sido invadido por los héroes de Marvel y DC, con superproducciones de efectos especiales impresionantes, Orígenes secretos debería proponer una mirada diferente, pero sobre todo, poner el acento en lo humano, en lo real y no apelar a otra irrealidad como la del thriller. Sobre todo cuando hay ya miradas transgresoras como Kick Ass (2010), la serie de Watchmen o incluso The Boys, que analizan desde nuevas perspectivas, o se ríen, del género.