En este impresionante parque (que abre desde la 9:00) os aviso no se puede pasar comida dentro (por el tema de los animales) por lo que acordaros de no llevar nada; a la entrada y tras mostrar vuestros tickets, otros jubilados, tan amables como simpáticos, controlarán vuestros bolsos y mochilas para evitarlo (por cierto también hay taquillas dentro para dejar las mochilas mientras montáis en las atracciones... ¿no os decía que está todo perfectamente organizado?). De todos modos la oferta gastronómica en el interior, no es nada mala, ni tampoco cara, teniendo muchas opciones (ver enlace)
Repasemos ahora el recorrido por este extraordinario parque temático:
Como podéis ver en el mapa que os adjuntaba, a continuación, toca ver a los juguetones delfines.
Aún recuerda mi hija pequeña como uno de ellos (con algo de mala leche y a traición) vino como una flecha donde estábamos muchos de los turistas apelotonados y con un giro inesperado nos mojó a absolutamente todos... el susto que se llevó tardó más en irse que el agua que nos caló (es obvio recomendar que llevéis algo de ropa seca extra). También podéis optar por las galerías disponibles bajo la superficie, que os permitirán ver sus juegos y acrobacias sin miedo a mojaros.
Otra recomendación: como en todos los parques de atracciones, deberéis estar atentos a los horarios de los espectáculos que a lo largo y ancho del parque irán marcando vuestro ritmo. En nuestro caso, nos dirigimos entonces a ver el que nos pillaba más cerca, un show de humor donde la protagonista es una gigantesca morsa, además de dos leones marinos y una escurridiza nutria. Muy divertido, especialmente si vais acompañados de hijos de corta edad, les encantará.
A continuación nos dirigimos al cercano delfinario, donde comenzaba un espectáculo precioso: Blue Horizons: donde delfines, aves de alto vuelo y sorprendentes clavadistas y acróbatas muestran un show donde el mar se encuentra con el cielo. Si una imagen vale más que mil palabras, os muestro parte de las fotos que tomamos:
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Es apta para niños con altura superior a 1,07 metros (si mide más pero menos de 1,22, deberá ir acompañado)
Lo siguiente que os encontraréis es de nuevo otra atracción, esta vez para corazones más duros y 1,37 de altura: el Kraken. Nacido de los cuentos que sembraron el terror entre los marineros por siglos, el poderoso Kraken de SeaWorld es una monstruosa montaña rusa, donde, con los pies suspendidos en el aire, corres en asientos abiertos por ambos lados sobre el pedestal de la pista a una velocidad de 105 kilómetros por hora y a más de 43 metros de altura. Un desafío para el que quiera retar al Kraken.
Después, mientras las pulsaciones vuelven a sus constantes normales, entramos en el recinto habilitado para los pingüinos. Nada más salir, Manta, una mega-atracción que ha sido elegida constantemente por los aficionados como una de las mejores montañas rusas del mundo (eso sí para alturas superiores de 1,37)
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Al lado, el gran acuario con tiburones y mantas-raya también merece una parada. Tras disfrutar del fondo marino, nosotros nos desplazamos a la zona infantil: Shamu's Happy Harbor, un megaparque de rampas, túneles, toboganes, así como atracciones para los más pequeños ( Shamu Express, una montaña rusa del parque para la familia. Jazzy Jellies, Swishy Fishies, Sea Carrusel, Flying Fiddler y Ocean Commotion). Mientras vuestros hijos disfrutan de la tardes, y si os turnáis, podéis repetir alguna de las montañas rusas mencionadas anteriormente ( Kraken o Manta).
Tras salir de la zona infantil, y comprobar el horario de shows, toca ir corriendo a pillar sitio para ver el espectáculo más famoso de SeaWorld, One Ocean, una celebración de la vida submarina y del mundo de las orcas: majestuosas ballenas que os dejarán con la boca abierta:
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Y por las fechas que nos encontrábamos, diciembre, el show navideño de patinaje sobre hielo (aún me pregunto cómo mantienen la pista al aire libre y en ese clima) que sirvió de colofón a un día sencillamente fantástico y guardado para siempre, en nuestra memoria.