Oropesa, como las hadas que habitaban en las antiguas fuentes, canta su vieja canción a la vera del camino y seduce de manera sibilina a los viandantes. El viajero, si sigue la ruta del río Tajo sobre la huella de los antiguos caminantes, llega, desde Talavera de la Reina por la vía de Extremadura a un lugar de singular belleza, que atrapa desde la sugerente silueta de su hermoso castillo. Es el encanto de uno de los lugares con más historia de Castilla La Mancha y de esta España nuestra de interior.
Su fundación se remonta a épocas prehistóricas. Es una tierra que fue pasando de mano en mano, según quién se impusiera por la fuerza de las armas en el pasado: romanos, visigodos, árabes, cristianos… Aparece documentada cuando pasó a manos de don Juan, hijo de Alfonso X el Sabio. En aquella época pertenecía a la Orden de Santa María de España. En el siglo XIV quedó en poder de don García Álvarez de Toledo (jefe de la Casa de Alba) por gracia de Enrique III. Después, el señorío pasó a don Fernando Álvarez de Toledo (primer conde de Oropesa) para, en el siglo XV, convertirse en condado gracias a Isabel la Católica.
Incluso de soslayo se adentran la mitología y la leyenda en los orígenes de la ciudad castellana. Se comenta que en el año 1716 a. C. el capitán griego Oróspedo Aránculo bajó con los ejércitos del dios Hércules desde Ávila a Trujillo con la intención de fundar a su paso la ciudad de Oróspeda, actual Oropesa.
Castillo de Oropesa (Toledo)/GFreihalter
El topónimo del lugar es de origen prerromano, pero en contra de lo que muchos consideran, y a pesar de que el escudo heráldico así lo refleja, la expresión ‘oro pesa’ referida al tributo que pagarían los templarios a los musulmanes para rescatar a una doncella, no es más que una leyenda. Oropesa es, a la vez, dos castillos: el Viejo (origen árabe) y el Nuevo, que un muro coronado por parapeto corta por la mitad dividiendo el castillo Nuevo, hoy Parador, del Viejo. La antigua fortaleza guardaba el paso de Extremadura a la meseta en tiempos de la Reconquista de estas tierras y aun después de ella, cuando el rey de Castilla Pedro el Cruel disputaba el trono a su hermano bastardo Enrique de Trastámara.
Con las piedras de este castillo, cuyos más sólidos vestigios se encuentran en la torre oriental, edificaron otro gótico-mudéjar en el siglo XV. Este edifico fue aumentado un siglo más tarde, con adherencias palaciegas en ese peculiar estilo renacentista español que por su minuciosidad de cancel se conoce como plateresco. Otros palacios destacados son los de Doña Elvira, de estilo gótico-mudéjar, y el de los Álvarez de Toledo, del siglo XVI.
Paseo principal de la localidad toledana./Vulcano
El casco viejo de Oropesa conserva varias muestras de arquitectura popular y un urbanismo que denota su trazo medieval de calles estrechas de alineación irregular. La iglesia de San Fernando (siglo XVII), con planta de cruz latina y nave de tres tramos, conserva algunas piezas de interés. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVII) tiene una portada de la época de su fundación con arco de medio punto enmarcado por dos columnas de estilo plateresco y sillares de granito. Es Bien de Interés Cultural.
La impronta religiosa está muy presente en la localidad toledana. Como muestra, se dispersan por el municipio varios conventos de interés: el Colegio de los Jesuitas del siglo XVI (fundado por el virrey del Perú y que llegó a ser Universidad) que tiene estilo plateresco y muestra aditamentos renacentistas; el de las Concepcionistas (de 1523, en la actualidad establecimiento hostelero); el de Nuestra Señora del Recuerdo (donde vivió San Juan de la Cruz en su juventud); el de las Misericordias (del año 1618, de Clarisas) y el de los Franciscanos Observantes (ubicado extramuros).
Por su parte, el Ayuntamiento se ubica en un destacado edificio del siglo XV, que luce unos soportales de arcos carpanales sobre columnas. También sobresalen el puente, de origen romano, sobre el río Guadyerbas, en la carretera de Oropesa a Candeleda, los restos del callejón de los Duques de Oropesa (siglo XVI) con arcos de medio punto, y la puerta de la muralla (siglo XV), con dos torreones.
Ayuntamiento de Oropesa./GFreihalter
Pese a toda esta sarta de edificios mencionados, hay que mencionar aparte, sin lugar a la duda, el castillo de Oropesa (siglo XII), perfectamente restaurado, que conserva dos torres circulares y la torre del homenaje, de plata cuadrada coronada por torretas en los ángulos; y el Parador de Turismo (siglo XVI) que ocupa un antiguo palacio de inspiración renacentista. Almenas y matacanes completan el conjunto. También merece la pena destacar la visita a la casa natal de San Lorenzo de Orozco (obispo y literato), la Biblioteca Popular, modernista, o el Museo de Cerámica.
El entorno de Oropesa, asimismo, merece la pena su visita para descubrir la importante fauna que tiene (zorro, buitre, águila imperial, cigüeña, ciervos), su flora (alcornocales, encinares) o rincones con encanto tipo cañadas, lagunas, museos de bordados o cerámica, cruceros,… Castilla La Mancha es, para el aficionado a la historia, una tierra en la que predominan los castillos que parecen de inexpugnable asedio. Aparte del de Oropesa, en la misma Toledo existen otros buenos ejemplos como el de Guadamur. En la provincia de Cuenca destacan el de Belmonte o Alarcón, mientras que en Ciudad Real sobresale el de Calatrava la Nueva por encima del resto. Y en Albacete los de Almansa o Chinchilla.
Dónde dormir: Parador de Oropesa; Pza. del Palacio, 1; 45560 Oropesa (Toledo); oropesa@parador.es; teléfono: 925430000.
Dónde comer: Restaurante Mesón Carlos; Plaza del Navarro, 2; Oropesa (Toledo); teléfono: 925450462.