LUDMIL ANGELOV
Ciclo Chopin. Concierto I. Ludmil Angelov, piano. Programa: Mazurca Op.17 nº4; Rondó Op.1; Rondó a la Mazur op.5; Nocturnos Op.9; Mazurcas Op. 6 y Op.7; Nocturnos Op.15 nos 1 y 2; Gran vals brillante Op.18; Scherzo Op.20; Rondó Op.16; Estudios Op.10 de Chopin. Lugar: Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes 8 de enero. Aforo: Lleno.
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ORTODOXIA CHOPINIANA EN EL SEGUNDO CENTENARIO
Después de que hace un mes el huracán Pogorelich espantara a los puristas con su Chopin por completo heterodoxo (casi antichopiniano), en el Maestranza comenzó el ciclo programado en conmemoración del segundo centenario del nacimiento del genial compositor polaco (Zelazowa Wola, 1810 - París, 1849) que desarrollará en seis sesiones el búlgaro Ludmil Angelov, un pianista excelente que se mueve en las antípodas interpretativas del yugoslavo.
Los seis conciertos incluirán las obras para piano solo publicadas en vida del compositor, lo que deja fuera algunas mazurcas, valses, polonesas, escocesas, un soberbio nocturno y la extraordinaria Fantasía-Impromptu. La organización de todo este material por orden cronológico de publicación [escritura] hizo que en la primera sesión, ofrecida ayer, se escucharan piezas escritas entre 1824 y 1832, esto es, entre los 14 y los 22 años del músico, lo que supone ya algunas obras maestras absolutas como los 12 Estudios Op.10.
En un programa denso y agotador (la primera parte pasó de los 70’), Angelov demostró tener un concepto claro de la tradición chopiniana, que siguió basándose en la elegancia del legato, el uso comedido pero muy expresivo del rubato (más generoso en el Vals), la claridad articulatoria, cierta sobriedad en la ornamentación, aunque no se ahorró detalles personales, especialmente en las codas, unos contrastes de dinámicas más bien chatos y un virtuosismo de la mejor ley, que sacó a relucir de forma deslumbrante en unos Rondós que le quedaron un tanto mecánicos y en los Estudios de la Op.10, que tocó con tempi de extrema rapidez, lo que no fue obstáculo para conseguir un juego de tensiones y relajaciones soberbio. Las mazurcas sonaron estilizadas y distinguidas y los nocturnos, ensoñadores pero sin asomo de cursilería. El ciclo continúa el 27 de este mismo mes.
[Publicado en Diario de Sevilla el sábado 9 de enero de 2010]
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