Al final, ayer no explotó el mundo como aseguraban las predicciones. Así que tenemos otra oportunidad para disfrutar y enmendar nuestros errores. Aprovechémosla. A todos los seguidores de este blog y a los babilonios invisibles que transitan por sus páginas, les deseo que abran los ojos. Es lo único que se necesita para conseguir lo que se propongan. Y que se tomen estas fiestas con moderación y austeridad. ¡No hay más remedio! ¡Suerte y salud hasta el próximo fin del mundo!
A veces, me sorprende verlo iluminado con la simple belleza de lo cotidiano, filtrando la tenue luz de la placidez y tiñéndose con las tonalidades del sosiego. Creo percibir, en esos instantes, el rostro esquivo de una felicidad que buscamos afanosamente, sin darnos cuenta de estar frente a ella. Incluso en estas fechas en que tanto la nombramos. Por eso, sólo os deseo: ¡Ojalá pudieran verla!