Cada año cuando terminamos de comernos las 12 uvas, medio atragantados, con una extraña sensación entre risas y emoción, damos la bienvenida al nuevo año esperando que este sea mejor que el que nos ha abandonado y si ha sido especialmente bueno, deseamos que cuanto menos sea igual , sentimos una añoranza por lo que nos abandona y deja tras de nosotros una estela de felicidad.
Pero si por el contrario ha sido un año donde los acontecimientos superan los malos a los favorables….entonces estaremos deseando de recibir al año nuevo, como si dentro de los meses que el calendario nos presenta estuviese escrito todo aquello que nos va a contecer.
Siempre nos apoyamos en algo o en alguien en el que recaiga la responsabilidad de las cosas buenas o malas que nos suceden, sin darnos cuenta de que somos nosotros mismos los que día a día vamos dando forma a ese calendario que tenemos colgado en la cocina y que nos presenta durante todo el año el mismo paisaje, solo la velocidad del caer de sus hojas y con ellas el tiempo nos hace conscientes de que quizás vivamos desasido rápido y siempre cuando finaliza el año exclamamos ¡ Se me ha pasado el año, yno me he dado cuenta!
Hoy quiero proponeros una cosa, además de esa cantidad de propósitos que tenemos todos los años cuando comienza hagamos un pequeño alto en el camino y parémonos a pensar que si el tiempo se nos ha ido y no nos hemos dado cuenta, nos estamos perdiendo lo mejor del año, lo mejor del calendario, el tiempo, la vida.
Así pues tratemos de vivir más despacio, con calma y si hacemos dos cosas en lugar de 4 no será nefasto porque a buen seguro que las dos que hagamos las disfrutaremos más.
Disfrutemos de los lunes porque pueden ser especiales y hacernos inmensamente felices, no despertemos pensando en el viernes…
Saquemos tiempo para mirar a los demás a los ojos y a si podremos comprobar que hay miradas limpias, como las nuestras que ven lo mismo y que seguramente piensan igual a nosotros, aprovechemos el tiempoen darnos cuenta de que una persona de otro País solo se diferencia de nosotros en sus rasgos o su manera de hablar, pero que su cuerpo es igual al nuestro y en su interior hay lo mismo que en el nuestro, aprovechemos la ocasión para iluminarnos con lo que nos pueden ofrecer y ofrezcamos nosotros lo que poseemos.
Disfrutemos del aire libre, viajemos si nuestro poder adquisitivo nos lo permite y empapémonos de cultura, de otras culturas y si no podemos salir de este Madriz ( por ejemplo) miremos a nuestra ciudad con ojos de agradecimiento por lo que nos comparte y compartimos y sobretodo cuidémosla.
Hablemos, hablemos hasta que la boca se nos quede seca para explicarnos, para preguntar aquello que no podemos entender, pero que sea porque no podemos, no porque no queremos, dejemos nuestra mente libre de convencionalismos y hablemos con los niños pequeños en su lenguaje, con los jóvenes buscando el termino medio entre la niñez y la edad adulta, porque ahí es donde se encuentran, hablemos con los mayores porque a pesar de sus carencias no se nos puede olvidar que ellos son los sabios, no nosotros que por estar más experimentados que los jóvenes y quizás más lucidos que los más mayores no somos los que más sabemos porque nuestro tiempo corre y corre tan deprisa por la velocidad que nosotros le imprimimos que en el camino se nos quedan cosas que los demás nos pueden aportar por mucha inexperiencia que tengan o por mucho vivir a sus espaladas. Tenemos la edad justa para plantearnos nuestra manera de vivir, nuestra vida, por eso mi proposición es vivir, pero vivir de verdad adquiriendo conocimientos que harán que se despierte en nosotros sentimientos que o hemos dejado pasar de largo por no darlos importancia o tal vez ni siquiera los hayamos tenido nunca.
Comencemos el año sintiendo, ese beso, ese abrazo y ese coger de la mano de una manera especial, que los demás se den cuenta de que lo damos de corazón y sintamos a los demás como nuevos para forjar una nueva etapa que sea inolvidable.
¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!