Buenos días desde la
ciudad mágica. La ciudad de la historia de Europa. La ciudad de paso entre conquistadores. De la
mezcla cultural. De las colinas malditas que la rodean. Una ciudad donde lo normal es encontrarte una musulmana portando velo, al lado de una pareja besándose.
La ciudad que en un sólo centro histórico, alberga cuatro templos de cuatro religiones. Lo que le ha traído sus problemas, todos lo sabemos, lo que le podría seguir trayendo problemas, aunque prefiero no pensar en eso. Pero donde también
se respira una multiculturalidad y una normalización hacia otras costumbres, que yo no he visto en ningún otro lado del continente.
Y también, y por desgracia, de los
agujeros de bala en los edificios. Y de los constantes recor
datorios al peor asedio vivido en la historia reciente del continente.
Y de la ciudad que ha cerrado el Museo Nacional , pero ha abierto al lado un centro comercio lleno de luces de neón y tiendas multinacionales.Sarajevo me cautivó desde el primer día que puse un pie en ella. Y en ella vivo cautivada cada vez que estoy aquí.
Leí ayer que “Crecer es aprender a despedirse”.
Yo no me quiero despedir. Otro síntoma más de que no acabo de ‘crecer’.