Faltan pocos días para que Escapando del recuerdo, mi quinta novela, se convierta en libro. Ya os puedo presentar la cubierta completa, con solapas. Creo que ha quedado preciosa. Con esa ilustración de Fran Recacha, y el diseño de Fiesky Rivas para Salto al reverso, era imposible que no quedara bien. La verdad es que me muero de ganas por tener el libro entre mis manos, y desde hace días tengo la sensación de que va a gustar. Esa portada llama muchísimo la atención; y, honestamente, creo que la historia vale la pena.
Qué va a decir el autor, ¿verdad? Pues sí. Reconozco que, aun siendo consciente de que hay mucho por mejorar, estoy muy satisfecho de mis obras. Un escritor nunca puede estar plenamente satisfecho, porque se encuentra en periodo permanente de aprendizaje. Así, si lo hace bien, su primera obra debería ser la peor.
Obviamente, lo que yo opine sobre mis novelas es irrelevante. La única opinión que cuenta es la de quien las lee. Lo que yo puedo decir es que, desde un punto de vista técnico, Escapando del recuerdo es mi mejor trabajo. He puesto más atención en aspectos que en anteriores obras no consideraba tan importantes: las cosas más sencillas y cotidianas, la atmósfera que envuelve a la acción, los gestos, la psicología de los personajes…
Creo que es la novela donde la evolución de los personajes principales —Sara, Luis y Tere— está más lograda, y, como es habitual en mis historias, pongo un cuidado especial en el trazo del resto de personajes. Me encanta crearlos, dotarlos de un carácter único, y trato de huir de estereotipos y personalidades planas. Lógicamente, con la práctica voy puliendo ese «arte». Mi pretensión es que cada «actor» cumpla una misión concreta, que toque una fibra determinada en el lector (luego sucede que, probablemente, no es la que yo esperaba).
Si tuviera que encasillarla en un género, seguramente no tendría más remedio que hacerlo en el romántico. Y digo que no tendría más remedio no porque rehúya de lo romántico, sino por los posibles prejuicios. En esta ocasión la búsqueda del amor no es una trama secundaria, como ocurre en El viaje de Pau y en Con la vida a cuestas, sino la principal, pero quiero creer que no he escrito una novela romántica rosa, sino algo más profundo, con muchos más tonos.
Para querer a otras personas, primero uno se ha de querer a sí mismo, y ese es el trabajo que esos personajes atrapados en el recuerdo deben llevar a cabo, necesariamente, para avanzar en sus vidas.
Aparecen elementos comunes con mis otras novelas, como el viaje, la naturaleza, el recuerdo, la búsqueda, y (me doy cuenta porque con la novela que estoy escribiendo ahora también me ocurre) un desarrollo de la parte principal de la acción muy acotado en el tiempo. Supongo que a medida que uno escribe va definiendo con más claridad los elementos que lo caracterizan como creador.
Tengo que referirme al origen de la historia, lo que provocó el chispazo creativo. Fue un hecho vivido. En agosto de 2016, veraneando en el camping Bielsa, una mañana fui al cuarto de la lavadora cargando con la colada, y me encontré con una de las empleadas del complejo, que, sentada en el suelo junto a la máquina, esperaba a que acabara el programa y le devolviera la ropa. Volví un par de veces más, y ahí seguía.
La escena despertó mi curiosidad y desató mi imaginación. Pensé que era un buen punto de partida para un relato. ¿En qué pensaría la muchacha mientras esperaba? ¿Qué historia humana habría detrás del uniforme que vestía a diario mientras atendía a los clientes?
Obviamente, no tengo ni idea de su identidad ni de su vida real. La historia es pura ficción. El personaje de Luis también me lo inspiró un joven real, que conocí ese mismo verano a raíz de que leyera El viaje de Pau y se pusiera en contacto conmigo. Imaginé qué pasaría si esas dos personas sobre cuyas vidas me puse a especular coincidieran, y del pretendido relato acabó surgiendo una novela que durante el año siguiente publiqué por entregas en Salto al reverso.
El texto final no es el mismo. He reescrito algunas partes, y con la aportación de su editora, Carla Paola Reyes, lo hemos pulido y mejorado. Así que haber seguido la serie Centrifugando recuerdos en Salto al reverso, no es exactamente haber leído Escapando del recuerdo.
Os dejo con la sinopsis que aparece en la contraportada del libro en papel. Ojalá despierte la curiosidad de miles de lectores.
«Sara trabaja en un camping de montaña durante la temporada veraniega. Luis es un turista solitario que busca paz para su corazón herido. Una mañana coinciden en el cuarto de la lavadora, sin sospechar que ese encuentro fortuito podría ser el punto de partida a una nueva vida; un nuevo comienzo que les permita escapar de los recuerdos que los mantienen anclados a relaciones pasadas.
Esa misma noche vuelven a verse en el bar, y la electricidad empieza a fluir. Más tarde, rodeados de naturaleza, bajo la luna y las estrellas, intercambian confesiones y sienten nacer una conexión especial. Pero algo de lo que dice Luis abre una puerta del pasado de Sara que ella quería mantener cerrada, y se asusta, tanto que decide regresar a Granada, al abrazo de su Alhambra admirada.
Luis no entiende qué ha pasado, pero sí sabe que siente algo por la chica de ojos verdes y mirada triste, y que vale la pena descubrir qué le ocurre.
Se inicia así un viaje en paralelo en el que los protagonistas deberán afrontar escenarios ya vividos, esos recuerdos insidiosos que insistirán en ponerles trabas para impedirles avanzar.
Y en ese viaje, se cruzarán con otros personajes que también intentan escapar del recuerdo o aprender a convivir con él. Memorias que forman parte de lo que son, de lo que somos.
De las montañas del Pirineo, a las calles del Albayzín y el Sacromonte granadinos, con la majestuosa Alhambra siempre vigilante. Escapando del recuerdo se desarrolla en escenarios cincelados con los sueños y temores de sus incontables pasajeros humanos».
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