La rivalidad entre los ex-esposos Cameron y Bigelow añade un puntito de morbo, porque además se prevé una lucha muy igualada entre ambos (con el permiso de Tarantino). Mi favorita es ella, una bizarría dentro del mundo cinematográfico ya que no sólo es directora de cine, que no abundan, sino que se dedica al género de acción, coto reservado a la testosterona. Reconozco que no he visto ninguna de sus anteriores películas (Strange Days, Point Break o The Weight of Water, por ejemplo), pero por lo que he podido leer es una profesional muy solvente que domina a la perfección los entresijos del género. Y en The Hurt Locker queda demostrado.
Otro que no necesita demostrar nada a nadie es James Cameron, uno de los grandes directores de las últimas tres décadas gracias a Aliens o The Terminator, aunque fue con Titanic que ganó el Oscar a mejor director. Este año ya ha tenido suficiente premio con el récord de taquilla de Avatar y la "revolución" que ha supuesto su tecnología 3D. Curiosamente estoy viendo ahora la segunda temporada de la serie Entourage y en un capítulo aparece Cameron en el festival de Sundance y una taquillera le pregunta si Titanic tenía un mensaje complejo de no me acuerdo qué exactamente y él le responde: "sólo quería hacer llorar a chicas de 17 años". Podríamos repetir la escena ahora y preguntarle si Avatar tiene un mensaje profundo sobre la condición humana y creo que él, si fuese sincero, nos respondería: "sólo quería vender mi tecnología 3D de la mejor manera posible". Objetivo logrado, señor Cameron, ahora toca dejar que se repartan los premios las cintas que de verdad se lo merecen.
El tapado en esta categoría es un talento puro del cine: Quentin Tarantino. Es su segunda nominación al Oscar al mejor director, tras la lograda por Pulp Fiction en 1995. La primera secuencia de Inglourious Basterds sería razón más que suficiente para entregarle la estatuilla. Ese dominio de la tensión, con esa planificación con reminiscencias de los espagueti western de Sergio Leone, es propia de un genio. Por desgracia no parece que vaya a ser en esta edición que la academia de Hollywood se rinda a sus pies.
Representando al sector más indie de la industria, en contraposición al comercial Cameron, tenemos a Jason Reitman. Hijo del director de Cazafantasmas, Ivan Reitman, podríamos considerarlo un precoz dentro de la industria ya que tan sólo tiene 32 años y ya suma tres películas de éxito a sus espaldas (Thank You for Smoking, Juno y Up in the Air) y unas cuantas nominaciones a los Oscar. A pesar de que no se llevará el premio conviene no perderle la pista a este chico porque tiene por delante una carrera prometedora, siempre y cuando no pase la moda de la estética independiente o sepa renovarse.
Finalmente, para mí gusto la desagradable sorpresa es Lee Daniels. Su dirección en Precious me parece de los más vulgar, centrándose en el morbo por encima de todo. Tan sólo las espantosas escenas de los "sueños" de la protagonista deberían vetarlo de cualquier premio porque atentan contra el buen gusto. Pero por lo visto soy de los pocos que piensan así, ya que en los Spirit Awards (entregados anoche) su película arrasó ganando los premios principales, incluidos los de mejor película, director, guión y actriz. Lo que de verdad me repatea es que Daniels haya logrado ser el segundo afroamericano nominado a mejor director, algo que por ejemplo, nunca ha conseguido Spike Lee, un director que les da mil vueltas a cualquiera de los cinco candidatos.
Para terminar, la reflexión de Lee Daniels tras arrasar en los Spirit Awards y ser preguntado por sus opciones de repetir en la noche del domingo. Su respuesta: hoy no estaba Bigelow. ¿Quedan dudas sobre quién parte como favorita?
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En el próximo post, las dos favoritas a mejor película: Avatar y The Hurt Locker.
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