Tampoco tuvo suerte el documental "Dios es más grande que Elvis" (God Is the Bigger Elvis), de Rebecca Cammisa, que optaba al Oscar al Mejor corto documental. Y la Madre Dolores Hart (la actriz que besó a a Elvis Presley e hizo pareja con los grandes del cine: Anthony Quinn, Georges Hamilton, el propio Elvis, y que después se hizo monja) se volvió a su Abadía benedictina de Regina Laudis con las manos vacías. Aunque eso sí: con una gran sonrisa, como vimos en televisión.
Sin embargo, hay que reconocer que la Academia ha premiado este año a dos grandes películas. The Artist, esa pequeña joya francesa que homenajea al cine mudo (rodada en Blanco y Negro, y prácticamente sin diálogos) se ha llevado cinco Oscars importantísimos: Mejor filme, Mejor director, Mejor actor, Mejor banda sonora y Mejor vestuario. Por su parte, otra cinta que recrea el cine mudo, La invención de Hugo (sobre la vida y la filmografía de Meliès) se ha llevado otros cinco premios, si bien de menor entidad: Mejor fotografía, Mejor dirección de arte, Mejor mezcla de sonido, Mejor edición de sonido y Mejores efectos visuales.
Las dos coinciden en varios puntos: son historias nostálgicas de un cine que se nos fue, homenajean con ternura la época del cine silente y están hechas en Francia o recrean mundos franceses. Sobre todo, coinciden en ser películas deliciosas, que aúnan el drama y el lirismo poético, y dejan un precioso sabor de boca.
Para quien quiera saber más de las películas religiosas que aspiraron al Oscar, aquí dejo un enlace a El árbol de la vida y a Dios es más grande que Elvis. Pero, al final, las cintas que han ganado más premios reflejan también la belleza de este mundo que nos ha legado su Creador.