Isaiah es un joven al que le ha tocado vivir una vida difícil. Su madre murió cuando nació su hermano pequeño, Ethan, y su padre es alcohólico y violento. Por su parte, Ethan ha pasado muchos años ingresado en un hospital en un estado catatónico provocado por un trauma infantil. Ahora por fin ha despertado y cuando parece que todo va a cambiar y mejorar, ocurre justo todo lo contrario. Ethan siempre ha sido un niño extraño, diferente, raro. Es solitario, solo juega con amigos imaginarios, los dibuja, habla con ellos. Vive rodeado de voces que solo escucha él. De sombras. De oscuridad. Pero también es especial, único, aunque muy pocos lo saben. Isaiah vive por y para su hermano. Por él soporta las palizas que le da su padre. Por él acude todos los días al hospital a verle. Por él no se marcha lejos, muy lejos y lo manda todo a la mierda. Bueno, por él y también por Sunny, su mejor amigo, que es como su hermano, como su padre. Sunny es un policía negro optimista, desenfadado, profesional y, por encima de todo, leal y amigo de sus amigos. Hasta las últimas consecuencias. La otra persona que ocupa un lugar importante en la vida de Isaiah es Steffi. La conoce desde que eran niños, y en el instituto vivieron un amor utópico que nunca llegó a nacer y desarrollarse del todo. Sin embargo, a pesar de los años, ninguno de los dos lo ha olvidado ni ha dejado de sentirlo. Ahora Steffi trabaja como camarera en Maria's Cake, la pastelería más famosa de Crystal Hood. La vida de todos los habitantes de Crystal Hood cambia de la noche a la mañana cuando varios temblores sísmicos comienzan a azotar el pueblo. La primera consecuencia es una enorme grieta que se abre en una de las carreteras de acceso al pueblo. Pero eso no es lo peor. Porque todos los que se acercan a ella, antes o después mueren de una forma inesperada, violenta y horrible. Al mismo tiempo, muchos de los vecinos de Crystal Hood comienzan a oír voces. Unas voces susurrantes, fascinantes, pero también malévolas y perversas que les empujan a suicidarse y a matar a sus vecinos, sus amigos y sus familiares de las formas más atroces y brutales. ¿Tienen estas muertes algo que ver con los temblores? ¿Qué o quién se esconde en las profundidades del pueblo? ¿Hay algo maligno y terrorífico en las entrañas del volcán? ¿Son ciertas las leyendas que los habitantes de Crystal Hood han contado y oído a lo largo de los años? Con un ritmo trepidante, frenético y electrizante, que nos atrapa y engancha desde la primera y hasta la última página y nos obliga a seguir leyendo para saber qué les ocurre a los personajes de esta absorbente historia, Teo Rodríguez ha logrado con su primera novela crear un ambiente oscuro, negro, gris, lleno de sombras, de niebla, de brumas que nos envuelven y nos atrapan, que nos fascinan sin que podamos resistirnos, como les ocurre a los vecinos de Crystal Hood con esas malvadas sombras y esas siniestras voces. Oscuro combina a la perfección una situación catastrófica que resulta real, con temblores, derrumbamientos de edificios y escapes de gases tóxicos con una situación familiar igualmente real y verosímil por muy dura, injusta, cruel y dolorosa que nos resulte la vida de Isaiah y de su hermano Ethan. Dos personajes igual de vulnerables, de frágiles, de entrañables, de inolvidables. Porque aunque parezca que Isaiah es el mayor, el fuerte, el luchador, él también se derrumba, se agota, se rinde y se deja arrastrar por esas voces hacia el mundo de Ethan. Un mundo fantástico, lejano, desconocido que quizá esté mucho más cerca de lo que imaginábamos. Al mismo tiempo, en esta novela se entremezclan casi sin que nos demos cuenta el pasado y el presente, lo real y lo fantástico, la locura y la cordura, la bondad y la maldad. Cosas que todos conocemos pero que, sin embargo, no siempre son tan fáciles de identificar y diferenciar. Aunque es una novela de terror, en contra de lo que pensaba no he llegado a sentir miedo, pero sí que he sentido incertidumbre, desasosiego, inseguridad y, por encima de todo, inquietud. Un cosquilleo en el estómago que por una parte me invitaba a dejar de leer, a alejarme de esas sombras, esas voces, esas muertes y, por otra, me animaba a seguir leyendo para poder estar junto a Isaiah, Ethan, Sunny, Steffi y todos los habitantes de Crystal Hood. ¿Existe la maldad? ¿Existe el Mal? ¿Es posible escapar de él? ¿Dónde se encuentra, dónde se esconde? ¿Todos somos buenos o malos por naturaleza? ¿Qué le lleva a una persona normal a cometer actos espeluznantes? Si queréis saber la respuesta a estas y a otras muchas preguntas que nos plantea esta novela, solo tenéis que leer esta fascinante historia que os hará reflexionar, os atrapará y, por encima de todo, os hará comprender que todos tenemos un lado oscuro...
Isaiah es un joven al que le ha tocado vivir una vida difícil. Su madre murió cuando nació su hermano pequeño, Ethan, y su padre es alcohólico y violento. Por su parte, Ethan ha pasado muchos años ingresado en un hospital en un estado catatónico provocado por un trauma infantil. Ahora por fin ha despertado y cuando parece que todo va a cambiar y mejorar, ocurre justo todo lo contrario. Ethan siempre ha sido un niño extraño, diferente, raro. Es solitario, solo juega con amigos imaginarios, los dibuja, habla con ellos. Vive rodeado de voces que solo escucha él. De sombras. De oscuridad. Pero también es especial, único, aunque muy pocos lo saben. Isaiah vive por y para su hermano. Por él soporta las palizas que le da su padre. Por él acude todos los días al hospital a verle. Por él no se marcha lejos, muy lejos y lo manda todo a la mierda. Bueno, por él y también por Sunny, su mejor amigo, que es como su hermano, como su padre. Sunny es un policía negro optimista, desenfadado, profesional y, por encima de todo, leal y amigo de sus amigos. Hasta las últimas consecuencias. La otra persona que ocupa un lugar importante en la vida de Isaiah es Steffi. La conoce desde que eran niños, y en el instituto vivieron un amor utópico que nunca llegó a nacer y desarrollarse del todo. Sin embargo, a pesar de los años, ninguno de los dos lo ha olvidado ni ha dejado de sentirlo. Ahora Steffi trabaja como camarera en Maria's Cake, la pastelería más famosa de Crystal Hood. La vida de todos los habitantes de Crystal Hood cambia de la noche a la mañana cuando varios temblores sísmicos comienzan a azotar el pueblo. La primera consecuencia es una enorme grieta que se abre en una de las carreteras de acceso al pueblo. Pero eso no es lo peor. Porque todos los que se acercan a ella, antes o después mueren de una forma inesperada, violenta y horrible. Al mismo tiempo, muchos de los vecinos de Crystal Hood comienzan a oír voces. Unas voces susurrantes, fascinantes, pero también malévolas y perversas que les empujan a suicidarse y a matar a sus vecinos, sus amigos y sus familiares de las formas más atroces y brutales. ¿Tienen estas muertes algo que ver con los temblores? ¿Qué o quién se esconde en las profundidades del pueblo? ¿Hay algo maligno y terrorífico en las entrañas del volcán? ¿Son ciertas las leyendas que los habitantes de Crystal Hood han contado y oído a lo largo de los años? Con un ritmo trepidante, frenético y electrizante, que nos atrapa y engancha desde la primera y hasta la última página y nos obliga a seguir leyendo para saber qué les ocurre a los personajes de esta absorbente historia, Teo Rodríguez ha logrado con su primera novela crear un ambiente oscuro, negro, gris, lleno de sombras, de niebla, de brumas que nos envuelven y nos atrapan, que nos fascinan sin que podamos resistirnos, como les ocurre a los vecinos de Crystal Hood con esas malvadas sombras y esas siniestras voces. Oscuro combina a la perfección una situación catastrófica que resulta real, con temblores, derrumbamientos de edificios y escapes de gases tóxicos con una situación familiar igualmente real y verosímil por muy dura, injusta, cruel y dolorosa que nos resulte la vida de Isaiah y de su hermano Ethan. Dos personajes igual de vulnerables, de frágiles, de entrañables, de inolvidables. Porque aunque parezca que Isaiah es el mayor, el fuerte, el luchador, él también se derrumba, se agota, se rinde y se deja arrastrar por esas voces hacia el mundo de Ethan. Un mundo fantástico, lejano, desconocido que quizá esté mucho más cerca de lo que imaginábamos. Al mismo tiempo, en esta novela se entremezclan casi sin que nos demos cuenta el pasado y el presente, lo real y lo fantástico, la locura y la cordura, la bondad y la maldad. Cosas que todos conocemos pero que, sin embargo, no siempre son tan fáciles de identificar y diferenciar. Aunque es una novela de terror, en contra de lo que pensaba no he llegado a sentir miedo, pero sí que he sentido incertidumbre, desasosiego, inseguridad y, por encima de todo, inquietud. Un cosquilleo en el estómago que por una parte me invitaba a dejar de leer, a alejarme de esas sombras, esas voces, esas muertes y, por otra, me animaba a seguir leyendo para poder estar junto a Isaiah, Ethan, Sunny, Steffi y todos los habitantes de Crystal Hood. ¿Existe la maldad? ¿Existe el Mal? ¿Es posible escapar de él? ¿Dónde se encuentra, dónde se esconde? ¿Todos somos buenos o malos por naturaleza? ¿Qué le lleva a una persona normal a cometer actos espeluznantes? Si queréis saber la respuesta a estas y a otras muchas preguntas que nos plantea esta novela, solo tenéis que leer esta fascinante historia que os hará reflexionar, os atrapará y, por encima de todo, os hará comprender que todos tenemos un lado oscuro...