Una sórdida novela negra iluminada por una comedia romántica
Con una portada muy sugerente y hermosa, Ma. de los Ángeles Cantalapiedra, consagrada novelista española, publica su nueva novela con su editorial Sial Pigmalión. Es una novela de enganche total de principio a fin. Crímenes y romance enlazados para sorprenderte y hacerte suspirar (además de sonreír en ciertas partes). Detectives bien caracterizados que vaticino protagonizarán los otros libros que vendrán. Al estilo Sherlock Holmes o Auguste Dupin, Hércules Poirot o Miss Marple. Cantalapiedra logró dos detectives bien construidos, tanto que su función policíaca queda mermada ante su humanidad y los sentimientos que nos provocan. En la cocina de Ortega y Fidel Granados (los dos detectives que lideran la novela), mientras el primero analiza las pistas pegadas con “post-it notes” en su pared y el segundo amasa sobre la mesa cubierta de harina, ambos van descubriendo los oscuros caminos del crimen.
La autora da más importancia al desarrollo de la acción que al análisis del crimen – pero sin descuidarlo- mostrándonos aspectos sublimes y aspectos vulgares al mismo tiempo.
La novela comienza “en media res” llevando el escenario de una calle de New Orleans a Madrid. Allí, reunidos ante un muerto que forma parte de una de una cadena de asesinatos inexplicables, comienzan las pistas, que al igual que los dos detectives del caso, vamos como lectores sumando y analizando. Entre las páginas se irán destapando secretos y te encontrarás con sorpresas que sentirás con la misma intensidad que sus protagonistas.
Aunque en la obra, el móvil sea la debilidad y bajeza humana, al leerla te sentirás transportada por una escritura líquida, que va de una frontera a otra, entre novela romántica, novela realista y novela detectivesca. Esta forma de escribir nos deja navegar fácilmente entre esas orillas.
Su interesante tratamiento escritural nos presenta personajes que por hablarnos en monólogo se desvisten psicológicamente ante nosotros. Los llegamos a conocer íntimamente y comprendemos sus acciones y hasta nos encariñamos. Otros personajes los conocemos por medio de un narrador omnisciente. Lo suficiente para que la trama se sustente.
“Oscuro deseo” es un libro que provoca releer por el placer de hacerlo y de encontrar nuevas avenidas. Al cerrar la última página te quedas como en una buena partida de ajedrez en la que revisas los extraordinarios movimientos para descubrir el ingenio. Una novela bien atada. Tejida como un tapete.