Finalizada la temporada de abono de nuestra OSPA, tenía que despedirla en el día más largo del año -si se quiere la noche más corta- al comenzar el verano, de ahí la hora de inicio distinta (por no fijarme llegué a la de siempre), la vestimenta de los músicos (traje y corbata) pero sobre todo este estreno que como decía uno de los ideólogos del concierto (sin olvidarnos de la gerente Ana Mateo) "es una fiesta con piezas con las que se enamoró la gente". Obras inmortales que ilustran nuestra propia banda sonora. Cierto que también se curaba en salud el tenor al comentar que "quienes son muy fans de la música culta no admiten muy bien estas aventuras" y nada más comenzar gritaron "que quiten la megafonía", aunque el tenor supo contestar era una ayuda, como después demostró sin problemas mayores (salvo la masa sonora de la que hablaré más adelante). Lástima que en el Auditorio de Oviedo no haya un técnico ni un equipo de sonido en condiciones (como el que tiene el Niemeyer de Avilés) para haber disfrutado todavía más de la fiesta musical, pues en anfiteatro sus palabras habladas eran ilegibles y el micrófono suyo ni siquiera estaba bien ajustado (tampoco las pantallas acústicas que, además de pobres, apuntaban a butaca). Al menos ha podido traer su "Mano a mano" a nuestra orquesta asturiana, engrandeciendo todavía más las trayectorias de todos los que lo han hecho posible.
La salida a escena del tenor granadino fue para Mi Buenos Aires querido (Le Pera / Gardel) que mostró las carencias del equipo de sonido al quedar su voz totalmente engullida por una orquestación brillante y algo excesiva para un concierto de este tipo, aunque el maestro Amargós esté acostumbrado a amplificaciones y creo no esperaba desde el podio lo que llegaba hasta el anfiteatro. Zapata no puede cantar como habitualmente lo hace y su interés por mejorar redundó en cambiar el color de voz, craso error.
Tras la petición apuntada al inicio con gritos desde el gallinero y la posterior aclaración del tenor sobre la "ayuda" que suponía, pues tanto bandoneón como guitarra sí estaban perfectamente amplificados (lo que no sucedió con su micrófono, puede que tampoco le tomase la distancia correcta), se arrancó con El corazón al sur (Eladia Blázquez) donde Zapata lo intentó prescindiendo de él y no, con mejores resultados en los pp e inaudible desde mi posición en los ff.
Otro tanto sucedió con Tomo y obligo (Romero / Gardel) que en los graves no era legible mientras su potencia intentaba empastar con la orquesta en las partes a tutti, por cierto con una orquesta que sonaba de Hollywood.
En este "Tango sinfónico" no podía faltar Piazzolla y su Verano porteño, en una orquestación no sólo brillante en la escritura sino magistral en la interpretación de los maestros asturianos (así los considero), con una integración total de guitarra y badoneón que me hicieron pensar cómo hubiera resultado si se hubiera prescindido de la voz y quedasen solamente versiones instrumentales.
Uno de los tangos señeros del dúo Le Pera / Gardel y que más le gustan a Zapata es Por una cabeza, lo que se notó en una sentida interpretación, con una orquesta más "íntima" y plena en las partes solísticas, capaz de vibrar como si fuese de cámara, esta vez al servicio de la voz.
Otro de los tangos innovadores en el aspecto musical, que se reflejó perfectamente en la orquestación, es Uno (Enrique Santos Discépolo / Mariano Mores) donde José Manuel Zapata volvió a tener problemas de volumen haciendo perder todo el sentir de la letra para un arreglo buenísimo donde las violas llevaron más canto que el tenor. No es cuestión de intensidad sino de proyección, aunque reconozco su buena intención, pero en este repertorio tampoco es Plácido Domingo...
José Manuel y Rocío, mejor Zapata y Márquez, cantaron juntos el más romántico de los tangos del impagable dúo Le Pera-Gardel: El día que me quieras, con un sólo de trompa en el inicio que marcó este arreglo, alternando estrofas en solitario estribillo a dúo algo "forzado" aunque nuevamente la cantaora superase al tenor.
La orquesta volvió a brillar en El choclo (Discépolo / Ángel Villoldo) iniciado por la guitarra del porteño Egozcue solo, con ritmo más de "tico-tico" o bayón que propiamente tanguero, para luego entrar el tutti, versión alegre con protagonismo para todas las secciones en un arreglo que no desmereció en nada al resto del programa.
Volvió Zapata cantando Mano a mano sin Malikian pero a con Egozcue y Massa solos, de lo mejor del martes por lo simple, sin necesidad de micrófono y "gustándose" todos ellos como para no perder nunca la esencia y demostrarnos que en la sencilla desnudez también hay arte.
Para ese Cambalache de Discépolo vigente en pleno siglo XXI, al granadino, pese a un arreglo orquestal excelente pero muy potente, apenas se le escuchó -y menos entendió- pese a sus esfuerzos, porque estoy seguro que con una buena amplificación lo hubiéramos apreciado más.
Volver a Gardel y Le Pera, tango que acepta cualquier versión y en la del guitarrista porteño arrancó con su solo más el del bandoneón, comenzando la primera estrofa el tenor continuando con orquesta y cambiar en la segunda por la cantaora, juntos nuevamente en un dúo final algo mejor que el anterior.
Cuesta abajo con mejor orquestación nos devolvió igualmente los pares de compositores y cantantes, "la Márquez" creativa (recuerdo cada vez más lejano de Pasión) alternando con "Zapata" solidario y volcado con este portento de niña, interpretando muy bien juntos la segunda estrofa mezclando tango y flamenco como si fuesen todo uno.
A Peñaloza y Filiberto debemos agradecerles un Caminito final nuevamente dialogado, aunque resultó casi un bolero (y no sólo por los bongos), primero la Rocío flamenca enfrentada al José Manuel lírico repitiendo dúo en un final de orquestación más cercana a Xavier que a Astor.
Tras repetir Cuesta abajo mejor que la primera, hubiésemos cantado como Sabina "Y nos dieron las diez, y las once, las doce, la una, las dos y las tres" de no quedar solo a Egozcue siendo incapaz Zorita de devolvernos a Massa, pues manda Vasiliev que se los llevó a todos con él.
P. D. 1: Críticas de M. S. Marqués en LNE y Ramón G. Avello en El Comercio, así como reseña en LVA del miércoles 22.