Arranque de la segunda temporada de la OSPA "en busca de titular" tras la pasada en la misma situación, vaivenes políticos incluidos, con algunos aspirantes que repetirán y algunas novedades. Precisamente a Jayce Ogren me lo perdí en la anterior pero el destino parece que quiso darme esta segunda oportunidad.Para abrir boca un solista casi de casa, el bilbaíno Joaquín Achúcarro (1932) que está siempre en la cresta de la ola y no parecen pasar los años por él (viendo programas suyos anteriores parezco cumplirlos yo a pares). Además de su último trabajo (octubre 2010) con Rattle y la Filarmónica de Berlín donde el repertorio español suena como nunca (que además vendían en el hall del auditorio a 30€ mientras el maestro firmaba y saludaba a tantos amigos que tiene en Oviedo), o su Brahms de hace año y medio con Sir Colin Davis y la LSO, tampoco "se queda manco" cuando se enfrenta a Chopin, y así comenzamos esta velada que abre temporada y cierra septiembre. El Concierto para piano nº 2 en fa menor, op. 21 es una de las joyas de la literatura pianística y muy escuchada, incluso estudiada por algunos de mi generación y anteriores. Los años dan además de cierta autoridad también poso y reposo a las interpretaciones. y así la afrontó Achúcarro, perfectamente acompañado por una OSPA madura y bien concertada por el aspirante a titular, obra donde es la orquesta siempre se subordina al piano, como bien recuerda Ramón Avello en las excelentes y amplias notas al programa, pero con esas pinceladas buscadas en los "rubati" que de no lograr frescura harían perder el espíritu que el piano nos transmite desde el I. Maestoso, realmente majestuoso, reposado, maduro e impecable en su ejecución por parte del elegante intérprete vasco. El intimismo logrado en el II. Larghetto volvió a demostrar cómo el transcurso de los años saca a la luz detalles que la juventud pasa por alto, y nuevamente la orquesta concertó con maestría, destacando el excelente contracanto de Mascarell al fagot. Y el ambiente festivo llegó con las mazurcas del III. Allegro vivace, difíciles de encaje solista-orquesta pero perfectamente solventadas por todos ellos, con el maestro Ogren realmento atento más la frescura y limpieza de Don Joaquín que nos brindó no ya virtuosismo sino exquisitez, sumándose la trompa de Morató al festín.Para no perder el ambiente conseguido y varias salidas por los aplausos de un público que le quiere, nos dejó el Nocturno en MIb M. Op. 9 nº 2 corroborando el magisterio al piano de un joven cercano a los 80 años que aún sigue asombrándonos.
P. D.: Reseñas o críticas en la prensa del sábado 1 de octubre por Javier Neira en LNE, Javier G. Caso en LVA y Ramón Avello en El Comercio.