Osteopatía infantil: nuestra experiencia

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

Como he ido contando semanas atrás, Bebé llegó a un punto tan terrible con su kakadrama que el día a día se hacía insoportable así que decidimos probar varias cosillas: las flores de Bach, jugar mucho con plastilina simulando hacer cacas, leer todos los días cuentos sobre el tema (hablaré de ellos en otro post) y la osteopatía infantil.

La osteopatía infantil se está dando a conocer cada vez más pues son muchos los papás que la han probado para mejorar los cólicos o el reflujo de sus bebés, normalmente con muy buenos resultados. Una de las personas que más me la recomendó fue La Orquidea Dichosa, de hecho ella escribió un post sobre cómo puede la osteopatía mejorar el reflujo en los bebés que os recomiendo que leáis si es vuestro caso.

Bebé no tuvo nunca problemas de reflujo o cólicos pero sí que había dos temas que me parecía que podían ser objeto de tratamiento con osteopatía. Uno de ellos, el tema del sueño. Y el otro, el que me llevó a consultar finalmente, la retención de heces tan bestial que tenía.

He recurrido a Wikipedia para la definición de osteopatía ya que me parece algo complejo de explicar: la osteopatía se basa en la creencia de que todos los sistemas del cuerpo trabajan conjuntamente, están relacionados, y por tanto los trastornos en un sistema pueden afectar el funcionamiento de los otros. El tratamiento osteopático consiste en tratar de recuperar el equilibrio corporal perdido. Es por tanto una práctica de tipo holístico, es decir, que analiza el conjunto y no un problema concreto. Ningún tratamiento es igual a otro.

Al igual que comentaba con las Flores de Bach, tenía cierto escepticismo pero llegados al punto al que estábamos, ¿cómo no probar? Recurrí a Centro Adín, me recomendaron una persona de su confianza y allá que fuimos.

La consulta duró, si no recuerdo mal, casi una hora y media. En ese tiempo, mientras Bebé jugaba con los cacharritos que le habían ofrecido, la osteópata le tocaba la tripa y, sobre todo, la cabeza. Al mismo tiempo, íbamos comentando detalles sobre el embarazo, el parto, el nacimiento, su desarrollo y su problemática actual. No fue nada molesto y aunque a Bebé no le gustan nada los desconocidos y mucho menos que le toque quien no quiere, estuvo bastante relajado y se dejó hacer con facilidad, algo que a mi me preocupaba bastante pues pensaba que se iba a negar en redondo a que una persona que acababa de conocer le tocara.

Tras todo ese rato de conversación y toqueteo craneal, la especialista me dijo que aunque observaba cositas en los huesos de la cabeza, eran pequeñas cositas que no parecían en absoluto determinantes ni de los constantes despertares ni de ninguna otra cosa. Que eran cositas sin importancia y que tampoco observaba nada en cuanto al kakadrama, ya que hay veces que los niños con retención de heces tienen mucha obstrucción intestinal. No era el caso de Bebé.

Casualidad o no, y a pesar de que teóricamente Bebé no tenía nada como para ser tratado con osteopatía, esa noche durmió mejor de lo habitual y, en conjunto con las flores de Bach que acababa de empezar a tomar un par de días atrás, empezó a mejorar casi de inmediato del drama de las cacas.

¿Influyó esa hora y pico de masaje craneal? ¿Fueron las flores de Bach? ¿Fueron ambas cosas combinadas? ¿Fueron nuestras largas sesiones de hacer caquitas con plastilina? ¿No fue nada de lo anterior y simplemente tocaba mejorar justo en ese momento y no en otro? ¡Nunca lo sabremos!

¿Habéis tenido experiencias con la osteopatía, no sólo infantil sino de adultos? ¿Ha sido una experiencia positiva o no os aportó nada?