Esta semana que ha terminado me encontré, o me encontró, en Twitter un escuadrón twitterocomandado por Hermann Tertsch. Bueno, no vamos a explicar que se trata de gentes ultras e intolerantes, que es de lo que viven. Y bien deben vivir, que sólo con lo que debió ahorrar Tertsch de lo que le pagaba la televisión pública madrileña (repito, pública)… En fin, el tema tampoco es hablar de los que viven de los conflictos, ni de provocadores. El tema no es la pelea ni el cuanto peor mejor, si no todo lo contrario. El tema es la paz.
Esta gente con cierto aroma fascistilla que tanto se lleva ahora consideraba en la red social de los ciento cuarenta caracteres que soy un etarra, un payaso, un tal y tal… Y mencionaban algo de las virtudes de la silla eléctrica. Todo ello porque considero que Arnaldo Otegies un preso de opinión, un preso político. Un lider al que van a terminar haciendo lehendakari. Como me gusta la libertad de expresión en la teoría y en la práctica, así lo dejé claro este verano, como puedes ver si pinchas AQUÍ.
Quien me conozca, quien me haya leído o quien tenga interés por mirar hemerotecas sabrá que, aunque estoy a favor de la enseñanza y la sanidad públicas, no soy un etarra. Por aclarar un poco se puede pinchar aquí y ver algunas pinceladas de lo que puedo opinar del asunto.
Payaso…, me parece uno de los más nobles oficios. Quizá prefiera el término clown. Todos tenemos nuestro clown que me enseñó Fernando Figueroa, Svante, y si se me apura Charles Chaplin. Yo también, y alguna vez lo he mostrado. Como en esta ocasión.
También estoy afiliado a las Comisiones Obreras, desde 1987. Soy ateo y no milito en ningún partido político. Lo hice un breve tiempo, en IU, pero no pude con ello. Soy demasiado responsable y heterodoxo. Esto de CCOO lo digo porque el Comando Tertsch quería mezclar el sindicato con ETA y con el padre de Domingo Ortega.
Libertad de expresión
Quizá parezca que hablo de mí. Pero no de lo que hablo es de tolerancia. Como soy periodista creo que un derecho fundamental es la libertad de expresión. Y creo que Arnaldo Otegi debería estar en libertad porque es un preso de opinión. Y lo afirmo sin ser experto en leyes, que menudos líos se arman, nos arman los leguleyos. Por ejemplo, con el propio Otegi. Éste, en noviembre de 2005 fue condenado por el Tribunal Supremo a un año de cárcel por injurias a la corona, debido a unas declaraciones que había realizado en 2003.
Durante una visita del monarca de España a Bizkaia, días después del arresto de diez trabajadores del diario Euskaldunon Egunkaria, Otegi había declarado que "el rey de España es el jefe supremo del Ejército español, es decir, el responsable de los torturadores y el que protege la tortura e impone su régimen monárquico a nuestro pueblo por medio de la tortura y la violencia".
Pues a mediados del mes de marzo de 2011 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a su vez al Estado español a pagar la suma de 20.000 euros en concepto de daños morales por vulnerar la libertad de expresión de Otegi en el caso de las injurias al Rey.
A Otegi le han condenado por cosas que luego resultaron no ser: por ser dirigente de ETA. También se le condenó por su participación en 2005 en un acto en favor de José María Sagardui, Gatza, el preso de ETA que más tiempo llevaba encarcelado. Dicha sentencia fue anulada por el Tribunal Supremo, que ordenó repetir el juicio con unos magistrados diferentes al apreciar "un prejuicio acerca de la culpabilidad" de Otegi.
Otegi es el secretario general de Sortu, un partido político legalizado y legal. Aberraciones de la democracia. Un partido, cuyo secretario general está en la cárcel por hacer política, que no hablamos del caso Bárcenas. Sin entrar en comparaciones, no entiendo como la alcaldesa de Quijorna no ha sido obligada a dimitir por el PP después de organizar en su pueblo una exposición nazi fascista. Gentes que hacen apología del exterminio nazi y no denuncian los crímenes de Franco nos gobiernan.
Dicho esto. Creo que no comparto mucho el ideal de Otegi. Me cuesta entender que se pueda ser marxista y nacionalista. El tío Carlos fue claro: “Proletarios del mundo, uníos”. Y si está en la cárcel es complicado que me explique nada. Esas cosas se debaten en libertad. En un parlamento, tomando unos pintxos o un cocido madrileño.
Yo estoy por el diálogo, por la empatía, por buscar proyectos imaginativos al laberinto vasco. Yo estoy con todas las víctimas. Por el perdón mutuo. Por las palabras. Impactado me dejó Gorka Landaburu, víctima de ETA. Hay que preguntarse por qué surgió el terrorismo etarra, por qué se ha mantenido. Sabiendo el por qué, quizá sepamos arreglar “el conflicto”.
Con palabras. Con política. Sin armas. Sin humillar: