Del Otello de Barbirolli en disco ya he hablado en alguna ocasión en el blog (y es posible que en el futuro lo vuelva a hacer). En su grabación de la ópera para EMI, publicada en 1968, participa un tenor americano interpretando al Moro, James McCracken. De McCracken, que no estaba contento con su Otello y le hubiera gustado volverlo a grabar en estudio, también hay una grabación en vivo procedente del Met, efectuada el año 1967, que cuenta con la participación de Tito Gobbi como Iago, Montserrat Caballé -que desgraciadamente nunca grabó Desdemona en estudio- y Zubin Mehta en la dirección musical.
McCraken estaba especializado en papeles spinto o dramáticos del repertorio romántico italiano: Calaf (Turandot), Canio (Pagliacci), Radames (Aida), Don José (Carmen), también cantó, dentro del repertorio alemán, Tannhäuser y Florestan (Fidelio), pero el personaje con el que obtuvo más éxito fue con el de Otello.
Debutó en el Met como Parpignol en La bohème el año 1953, estuvo realizando allí pequeños papeles hasta que, cansado, decidió marchar a Europa en 1959, en Zurich y Viena obtuvo cierto renombre; Rudolf Bing lo escuchó en Zurich interpretando Otello y decidió contratarlo. Cantó Otello por primera vez en el Met, en 1963, bajo la dirección de Solti, convirtiéndose en el Otello del teatro hasta la llegada de Vickers y Domingo en los años setenta. La voz de McCraken era potente y ancha; su timbre muy extraño, más bien feucho -algunos lo definen como "leñoso"-, mate, con sonidos guturales y poco metal, carente de homogeneidad; aunque su dicción era clara, su pronunciación del italiano era catastrófica ("Nostra e del ciel è glorria!", "Ferrito!... Pel cielo", "Vien... Venerre splenede"), muy del Midwest. No era muy técnico, pero sí músical, se esforzaba por respetar la partitura, en la medida de sus posibilidades, y por resultar expresivo. Parece ser que sus interpretaciones en directo, gracias a su entrega, resultaban electrizantes; sin embargo, en las grabaciones, sobre todo en vivo, resulta histriónico, afectado, incluso, patético. Pues a pesar de todo eso resulta bastante creíble y no me disgusta del todo, algo de culpa tendrá en ello el hecho de que fue el Otello de mi primera grabación de una ópera completa.