Como es habitual en Peter Bagge, Other lives está plagado de perdedores. Desde ese protagonista que se gana la vida plagiando artículos periodísticos de otros (y que, como no podía ser de otra manera, vive atormentado por oscuros traumas familiares), hasta el agente de seguros divorciado que prefiere con mucho fabricarse una vida virtual a tener que afrontar su desastrosa existencia real. Woodrow es el personaje más interesante, un fracasado que arrastra su anterior existencia como un lastre. Sobreviviendo en un Motel de mala muerte (eso sí, con wi-fi gratis), Woodrow pasa todo el tiempo libre conectado a internet dedicado a sus dos actividades favoritas: jugar al póker virtual y mover a su avatar por Second World, uno de esos mundos virtuales que tanto éxito tuvieron hace unos años.
Y es que el mundo de internet es tan caprichosamente cambiante que es posible que dentro de una década o menos facebook y twitter sean antiguallas y la gente se encuentre abducida por alguna novedad que hoy ni siquiera podemos sospechar. Ya nadie se acuerda del auge (aunque fue breve, eso sí) de esos mundos virtuales, como Second life, para los que la gente se creaba un avatar en el que el único límite era la imaginación. La presunta gracia del invento estaba en explorar las distintas zonas, conocer a otra gente y crear tu propio territorio para enseñárselo a otros. Debía ser bastante aburrido, porque pronto la gente dejó de interesarse por este universo alternativo y millones de personajes fueron abandonados a su suerte. Desconozco si Second life sigue existiendo y si estos avatares siguen atrapados en esa especie de limbo, pero la realidad es que para gente como Woodrow constituía una evasión imprescindible para sentirse alguien importante, para hacer realidad las fantasías más extravagantes. Casi la mitad de las páginas de Other lives viajan por la pantalla de internet, dándole la misma importancia a la relación virtual entre Woodrow y la novia del protagonista que al mundo real. Y es que Peter Bagge intuye que estas historias virtuales tienen tanto potencial o más que las que suceden en la realidad de siempre. Solo que no pueden ser duraderas, porque habitualmente uno de sus protagonistas se las suele tomar con mucha más seriedad que el otro.
Other lives es una interesante exploración de las obsesiones de Bagge, expuesta en esta ocasión de una forma más experimental y menos radical. Si fueron fans en su momento de Odio, merece la pena echarle un vistazo a esta obra.