El otoño pide a gritos que lo fotografíen. Por sus colores, por su luz y por sus frutos. No he podido resistirme a llevar la cámara a nuestros paseos campestres, y esta es una muestra del resultado. Me hubiera gustado poder escaparme a la Selva de Irati, que está más bonita que nunca en octubre, pero no ha sido posible. Tendrá que ser el año que viene, pero será.
Seguir el camino es emocionante, pero nada como terminarlo tirándonos en una cama de hojas secas, taparnos con ellas o correr dando patadas para lanzarlas al aire. ¿Cómo podíamos olvidar que era tan divertido?