Hoy empieza el otoño, la estación que despide al verano y nos conduce al invierno en el plazo de tres meses. Desde hoy, cuando cruzamos el “equinoccio de otoño” –una posición del planeta en su movimiento continuo alrededor del Sol-, los días en el hemisferio norte se acortarán más rápidamente. Luego, con el artificial cambio de hora de finales de octubre, las noches vencerán a las tardes y cubrirán de oscuridad la hora de merendar. El cambio natural de las estaciones es menos traumático para el hombre que el artificial de los horarios, pero ambos nos obligan a readaptar nuestros hábitos cotidianos y alterar las costumbres. Por ejemplo, madrugar cuando está clareando en vez de en medio de la noche, o merendar cuando está oscureciendo y los animales se esconden para dormir. Muchos no se acostumbran a tantas alteraciones en sus rutinas y otros, en cambio, aguardan con impaciencia las luces tamizadas y las brisas frescas que nos predisponen a los rigores del inevitable invierno. Y aunque el calor se resista a ser derrotado, hoy el otoño dice adiós al verano. Al fin.