Este pasado mes de octubre hemos disfrutado de una climatología excepcionalmente benigna por el cantábrico oriental,las temperaturas han sido mas veraniegas que otoñales, de esta manera he podido disfrutar de las aves en pleno verano.
Es una sensación bastante extraña el navegar a finales de octubre en camiseta de manga corta con bisera y crema solar para evitar quemaduras y mas de 24 grados a 20 millas de la costa, pero el contraste es mayor aún al ver a esta especie tan norteña como los frailecillos con tanto calor.
Así que la portada para la estrella,.....
Les encanta navegar bajo la proa, desafiando la velocidad del barco con la suya a la vez que dejan claro que ellos son mucho mas veloces.
Cuando se produce el contacto con la manada, en el barco se produce una silenciosa catarsis, si los navegantes la respetan el silencio se apodera del ambiente, solo se oyen los resoplidos de la respiración de los delfines y los crujidos de la embarcación mecida por las suaves olas.
Los mamíferos se alimentan con total calma sumergiendose una y otra vez en las calmas aguas para al poco emerger a pocos metros del barco, como siempre un lujo que yo recomiendo como terapia para evadirse de las prisas, el stress, y en general la locura diaria que nos impone la rutina.
El mar a 20 millas se detuvo,.... el viento cesó del todo dejando la superficie marina como un espejo, esto facilita enormemente los avistamientos ya que las olas no son óbice para detectar las aves, y mas aun las mas pequeñas como este juvenil de gaviota enana.
Los frailecillos resaltan de la plana lámina de la superficie marina cortandola con sus pequeños y emplumados cuerpos.
El mar en calma también favorece la alimentación de otras aves como estos jovenes charranes comunes que se alimentan de las pequeñas anchoas bien visibles en esta superficie rasa, estas saltan fuera del agua dando una impresión de abundancia a estas aguas otoñales.
La vida bulle en alta mar, los charranes pescan anchoas y a los charranes les acosan los págalos para arrebatarles sus pescas, en esta caso un págalo grande ronda al grupo de jóvenes charranes por si cae algún pez robado.
En la quietud de la mar calmada aparecen unas aves que siempre son agradecidas de observar, los paíños, en este caso comunes,siempre gráciles casi etéreos en sus evoluciones sobre la superficie.
la banda blanca que recorre el envés de las alas es diagnóstica para la identificación de la especie.
Un álcido se dejo ver, un arao comun.
Ya de vuelta la homogénea lamina de la superficie se rompe con la suave brisa recomponiendo la estructura marina, agitando las aguas hasta darlas su aspecto habitual
Aparecen especies mas comunes en esta época y lugar del Cantábrico. gaviotas y pardelas.
Siempre bellas y evocadoras pardelas, dos de las habituales en el Cantábrico, la sombría de paso en su eterna búsqueda del buen tiempo, procedente de sus lugares de reproducción en el Atlántico sudamericano se alimenta otoño en estas aguas para continuar después su viaje al Caribe donde pasaran el invierno para acabar se nuevo en el cono sur sudamericano y pasar allí el verano austral.
las pardelas baleares por contra se pueden ver casi en todas las épocas del año en estas aguas, probablemente la mas abundante de las de su género en el cantábrico oriental.
Para acabar como no con el ave mas abundante, el siempre bello alcatraz, el "pajaro Bala" tirándose constantemente al agua en busca de su pez.
Agradezco enormemente a todos los amigos de Ambar que actúan como guías en estas salidas organizadas por Torremadariaga desde Bermeo, gracias por su amabilidad y disposición para avistar aves marinas y cetáceos, gracias a Leire, Pablo y que me perdonen las otras dos personas de las que no tuve la habilidad de recordar el nombre.
Muchas gracias amigos.
Eso es todo por el momento, muchas gracias por visitar el blog, un saludo y hasta pronto.