Cuando ya nadie se planteaba que Wert pudiese superar la ya notable inteligencia interpersonal que posee, el ministro nos regala otra reflexión de incalculable valor educativo: los universitarios no deben estudiar lo que quieren, sino lo que les emplee.
"No estamos siendo eficaces a la hora de mandar señales a quienes entran en el mundo universitario", ha añadido el ministro de educación. Sin duda, sus declaraciones poco pueden aportar a la hora de orientar a los estudiantes. Aconsejar a los alumnos universitarios que deben renunciar a su vocación es pretender que estos desaprovechen sus capacidades y acaben con sus motivaciones.
¿Os imagináis a Shakespeare dejando de lado la escritura para trabajar limpiando las deposiciones de caballo que dejaba el paso de los carruajes en los teatros donde se representaban sus obras simplemente porque tendría más trabajo?
Una vez más el ministro pone en evidencia su nula capacidad para estar al frente de la Educación de este país.