Esta situación violatoria ha permanecido en Cuba por décadas sin que se muestre un interés particular por resolverla, porque hacerlo significaría respeto a las libertades, asunto que va en dirección contraria a su proceso totalitario, por lo que continuarán haciendo caso omiso a la “lista negra” y a cuantas sanciones de esa índole se produzcan.
En cambio, el régimen no quiere permanecer en la lista del gobierno norteamericano de países terroristas o que cooperan con ese fin, y en este caso en particular, Raúl Castro se esfuerza y demuestra marcado interés en ser retirado de esa categoría. Pero no es por una vergüenza repentina tal aspiración; es que le resulta indispensable para garantizar su permanencia y la de sus herederos en el poder, pues solo siendo retirada Cuba de la lista, podrá hacer con los Estados Unidos los negocios imprescindibles para obtener las divisas que en gran parte podrían sacar a flote la maltrecha economía nacional y así asegurarse la continuidad.
Los golpes más contundentes asestados a la dictadura cubana han sido, entre otros, el repudio del derribo de la avioneta de “Hermanos al Rescate” y del fusilamiento de los jóvenes inocentes que intentaron llegar a Miami en una embarcación de transporte popular.
Mi pregunta sería en qué ha cambiado la dictadura de los Castro para que no se la considere violadora de los derechos humanos, o que el país no coopera con el terrorismo; todos sabemos que si no lo patrocina en la actualidad como quisiera, es precisamente por la asfixia económica.
Como acostumbran decir en Cuba, “otro gallo cantaría” si las condiciones materiales mejoraran; volverían a despertar los sueños hegemónicos que jamás han sido olvidados sino postergados hasta tiempos más propicios, en su afán preciso, central y no tan disparatado, de legitimar su frente “antiimperialista”, y desbancar a los Estados Unidos –su enemigo más poderoso ideológicamente– como primera economía mundial si cuentan con el apoyo de Rusia, China y el petróleo venezolano.
Confío en que el presidente Obama y su equipo de asesores lo saben muy bien, y confío también, en que sabrá jugar el ajedrez político donde se decide la libertad de Cuba y su destino, y por qué no, el de los Estados Unidos, al alimentar o desvanecer un cáncer en su ámbito geográfico.
Ángel Santiesteban-Prats
17 de mayo de 2015
Prisión Unidad de Guardafronteras
La Habana