Vamos, las mierdas que hacemos para autoengañarnos de que "ahora sí que sí, de verdad" vamos a cambiar nuestra vida.
Si ya has leído alguna de mis entradas sobre la Navidad, sabrás que no soy muy afin a esta festividad; tanto tumulto por todas partes, tanto falserío, tanto consumismo... Qué largas se me han hecho por cierto, y más trabajando en un bar, y eso que estoy a media jornada, que si estuviera a jornada completa estaría de baja por depresión como mínimo.
Ya que me sacas el tema de Sevilla. Serva La Bari se lava la cara, se quita todo el maquillaje en forma de luces y decoración, fanfarrias y demás memeces, y se presenta a su gente como a mí más me gusta, al natural. Atrás quedaron esos naranjos con esas luces tiradas por lo alto a desgana, esa decoración de vete tú a saber qué representa y esos osos ¡Ay los osos! Qué sinsentido todo.
Lo dicho, dejamos atrás toda esta parafernalia y nos centramos (o no, eso ya cada uno), en nuestra querida rutina, que tampoco es así, porque nunca no pasa nada, es decir, que siempre está pasando algo, y aquí, en Sevilla, nos gusta mucho una cuenta atrás, y se dice, se comenta y se rumorea, que disfrutamos más con las esperas que con otra cosa.
Que no, que no eres tú de Carnavales, "no pasa ná", tenemos la "fiesta" sevillana por antonomasia; la Semana Santa. Cuando Sevilla brilla con su máximo esplendor, y el aroma de azahar impregna cada callejuela y rincón. Cuando Sevilla es Sevilla, y la primavera es primavera, porque la primavera sin Sevilla, no sería tan primavera.
Menos de cien días para volver a escuchar que "La Paz está en la calle". Solos tú y el Llamador, y una semana de auténtica Pasión por lo nuestro. "No corré"
Y poco más que añadir, por no decir nada, que me voy a ir a dormir, que aunque esté muy a gusto aquí hablando contigo y escuchando a Silvio en el ordenador, son las cinco y cuarto de la madrugada y creo que es hora de meterse en la cama.
Así que lo dicho, empieza otra vez la rutina, nuestra (bendita) rutina.
Viva el Betis.