Parece mentira que en los centenares de miles de años que vamos trajinando sobre la tierra no hayamos escarmentado nada y continuemos con esa extraña querencia que tenemos a darnos los unos a los otros como a una estera. Cambian las armas, desde un palo a un dron pero en esencia siempre estamos igual, cada tres por cuatro a alguien se le va la pinza, amenaza al vecino y se arma la gorda. El caso es que cuando a algún poderoso se le salta el resorte empezamos otro intento de autoexterminio de la especie que fracasará porque, en el fondo, a nadie le hace ninguna gracia que lo borren de la faz de la tierra, como si lo frotasen con una goma de Milan, a lo bestia.
Lo que no negaré es que lo de estos días resulta preocupante y más cuando sacan a pasear el reloj del fin del mundo que ya está acercándose a la media noche. ¿No sabes que és? Si quieres pincha aquí o si no te diré que es una especie de cuenta atrás que fija las 12 de la medianoche como el momento en el que empezará una guerra termonuclear que lo dejará todo hecho unos zorros, muy al estilo Madmax. Pues bueno, lo dicho, el otro día estaba a sólo 100 segundos de que esto ocurriese y mientras tanto Putin envalentonado como gallo de corral, Biden azuzando el ambiente y la UE amenazando con tomar medidas. Y si todo esto lo regamos con unos medios de comunicación que nos enseñan imágenes, sin contrastar y sin ubicar, de tropas que se amontonan, gente con cara de enfado y barcos que salen de España sin que nos digan que igual estaba previsto de antes (Resulta irónico. Si a alguien por el Ministerio le importase algo la historia no enviaría un barco llamado Blas de Lezo a unas maniobras con barcos británicos, más que nada porque el espíritu de “mediohombre” podía aparecerse y hundirlos a todos, pero eso es otra historia).
El caldo de cultivo pre-bélico está servido una vez más. Las barras de los bares tuiteros ya sacan humo con comentarios envalentonados por parte de gente que parece poseída por Millán Astray, pero que si oyese un tiro saldría por patas (yo seguramente lo haría). Nos harán creer que la guerra es inevitable para vendernos otro desastre en el que por supuesto no seremos nosotros los que ganemos algo. Siempre picamos a pesar de que sepamos que en una guerra el primer muerto siempre es la verdad y aunque llenemos la calle con pancartas de NO a la guerra, siempre nos acaban vendiendo la moto.
Pero lo que está claro es que una vez más no serán los que pregonan los porrazos los que vayan a matarse en cualquier esquina, para beneficio y gloria de otros, como siempre. Los que se hinchan los carrillos llamando a la guerra no serán los que tengan que enterrar a sus hijos. Nunca lo hacen. Nos envían a nosotros y a nuestros hijos a matarse por alguna causa que nos han hecho creer y que casi siempre es la misma envuelta en celofán, el beneficio del que te pondrá una bandera y una medallita en el féretro por haberte dejado la vida, convencido de su propaganda y su desinformación. ¿Tú crees de verdad que puede beneficiarnos en algo el hecho de que USA y Rusia se pudiesen pegar en Europa? Bueno, igual si eres chino puedes pensar que lo que quede en pie en el solar que resultaría de todo esto te comprará en Aliexpress. No caigamos una vez más en su trampa. Puede que la clave esté en Mafalda, “Si los cobardes que deciden las guerras tuvieran que ir a pelearlas, viviríamos todos en paz”