Pero tampoco juego porque no creo y no confío nada en la suerte, no espero que la fortuna se alíe conmigo en forma de billete de lotería y que eso sea lo que me vaya a cambiar la vida. Lo poco que he aprendido en esta vida es que tu vida cambia con trabajo y mucho sacrificio, sin eso es difícil que tu vida cambie a no ser que sea a peor o, simplemente, con 100 o 200€ menos en el bolsillo el día 23 de Diciembre mientras rompes billetes de lotería.
No es que sea pesimista, todo lo contrario, en mi optimismo casi enfermizo cada vez hay más dosis de realismo, más tener los pies sobre la tierra, para algo más tienen que servir los años aparte de para tener más canas. No quiero que quien me lea pueda creer que este es un mensaje pesimista, todo lo contrario, creo que en la compra de la lotería de Navidad influyen dos cosas importantes, la costumbre y el sueño irreal de que te pueda cambiar la vida un décimo de lotería.
Creo que todos somos los dueños de nuestras vidas y nuestra vida no es más que consecuencia de nuestros propios actos. Poner la ilusión y el deseo en un 22 de Diciembre no es más que un auto-engaño y una pequeña desilusión casi segura. Si alguien lo está pasando mal y quiere que le toque la lotería que vuelva a coger las riendas de su vida, es difícil, pero que lo intente, una vez las tenga de nuevo se dará cuenta que no hay mejor lotería que conseguir éxitos con el trabajo y esfuerzo propio.
Por otro lado yo creo que ya me quitan demasiado dinero todos los años para mantener este estado irreal, ya tengo que sacrificarme demasiado todo el año obligado y yo me niego a hacerlo de manera voluntaria. Es posible que en unos años cambie de opinión con respecto a la lotería, no se, ya veremos. Pero si esto último ocurre será porque ya habré conseguido entonces buscar mi propia lotería.