Cuando el Air Force One llega al Aeropuerto de Heathrow el Presidente Obama baja de él en dos zancadas para recibir la cálida y digna bienvenida de la Reina.
En un Bentley de 1934 se trasladan al centro de Londres donde lo cambian por una magnífica carroza descubierta del siglo XVII arrastrada por seis caballos blancos, dirigiéndose entonces a Buckingham Palace, saludando a los miles de británicos que les vitorean; todo va bien.
De golpe, el ultimo caballo de la derecha suelta el más horrendo y sonoro pedo jamás escuchado en el Imperio Británico.
El pestazo es tan atroz que ambos pasajeros se ven obligados a usar sus pañuelos para taparse la nariz.
El pedo sacude la carroza, pero los dos Jefes de Estado hacen lo posible por ignorar el incidente
La Reina cortesmente le dice al Presidente Obama: “Señor Presidente, le ruego acepte mis disculpas… Estoy segura que entenderá que hay cosas que ni la Reina puede controlar”.
Obama, siempre tratando de ser “Presidencial”, responde: “Majestad, no piense más en ello… De hecho hasta que lo ha mencionado estaba seguro que había sido uno de los caballos”.
As Air Force One arrives at the Heathrow Airport, President Obama strides to a warm and dignified reception from the Queen.
They are driven in a 1934 Bentley to the edge of central London, where they change to a magnificent 17th century carriage hitched to six white horses.
They continue on towards the Buckingham Palace, waving to the thousands of cheering Britons; all is going well.
Suddenly, the right rear horse lets out the most horrendous earth shattering fart ever heard in the British Empire .
The smell is so atrocious that both the passengers in the carriage, must use handkerchiefs over their noses.
The fart shakes the coach, but, the two dignitaries of State do their best to ignore the incident.
The Queen politely turns to President Obama: “Mr. President, please, accept my regrets… I am sure you understand there are some things that even a Queen cannot control.”
Obama, always trying to be “Presidential,” responded: “Your Majesty, do not give the matter another thought… Until you mentioned it, I thought it was one of the horses.”