León conocía mis teorías desde aquellos tiempos iniciales. Nunca estuvo muy de acuerdo con ellas quizá porque yo pretendía explicar así la intuición, la telepatía y muchos otros fenómenos que nos interesaban a ambos.
El trabajo enviado por Nicolás hablaba de “mindons”, un término derivado de “mente” en inglés, y curiosamente muy similares a mis “pensones”. En teoría, transmitían mensajes hacia el futuro pero si se descubriese que su velocidad superaba la de la luz también podían enviar mensajes hacia el pasado.
“Masa imaginaria”. La posibilidad de salir de esta prisión tridimensional y navegar otros mares en compañía de tantos otros que dijeron haberlo hecho, como mi apreciado Víctor Sueyro o el más que discutido Lobsang Rampa que tanto leí en mis años de juventud. Los neutrinos podían ser la explicación de una enorme cantidad de fenómenos que hoy seguimos llamando “parapsicológicos” o “metafísicos” para reflejar que están más allá de lo que conocemos.
No me pareció que Federico pudiera ayudarme en este campo pues los supuse conocimientos demasiado alejados de los suyos. Ni León, dado que todavía estaba yo dolido por las ácidas críticas con que recibió mi teoría más de veinte años atrás. Debía buscar alguien que pudiese darme alguna pista sobre el tema.
¿Un físico de la Facultad? No. Definitivamente no. Los que había conocido eran de mente demasiado cerrada, encasillada por lo fáctico, incapaces de aceptar posibilidades que no estuviesen dentro de su limitado campo de acción.
¿Un parapsicólogo? Podría conversar con él acerca de los fenómenos pero seguramente desconocería lo que yo necesitaba analizar dentro del campo de la Física. Poreso, tampoco.
Mis descalificaciones demostraban que a pesar de autoconsiderarme un individuo de mente abierta estaba todavía invadido por los prejuicios que criticaba en el resto de los humanos. Seguramente, pienso hoy, más de un físico es capaz de interesarse por lo metafísico. Quizá muchos. Y algún parapsicólogo había sumado a sus conocimientos específicos un bagaje adicional de información científica suficiente como para comprender y analizar probablemente mejor que yo esta posibilidad de los “pensones” como explicación de, por ejemplo, los fenómenos telepáticos.
Pero esos prejuicios me hicieron tomar una decisión que finalmente resultó la mejor, la definitiva. ***
¿Por qué buscar intermediarios para comunicarme con los zetarreticulianos? ¿Por qué no buscar una forma directa de modo de lograr un "face to face" o algo parecido para preguntarles todo lo que desde siempre quise saber acerca de ellos?
Tú hubieras pensado lo mismo, ¿verdad?
¿Y cómo resultó la cuestión? Si ya has leído la novela completa, lo sabes. Si no, cuando vamos llegando al final, es tiempo de que tengas una copia en tu propia PC en forma de ebook.
¿Cómo lograrlo? Envíame un correo a danielgalatro@gmail.com y a vuelta de mail te diré los pocos y sencillos pasos a seguir.
Te estaré esperando.
Prof. Daniel Aníbal Galatro