Foto tomada de Ciberneticón http://ciberneticon.com/preludio/
Tiene Fernando Núñez Noda una capacidad especial para despertar en mí una especie de susto con algunos de sus textos. Crea unos mundos ficticios, irreales, paralelos que a medida que voy leyendo me embargan de temor, de una aparente certeza de que lo que estoy leyendo puede ser o convertirse en real.
Ese susto lo experimenté a medida que iba recorriendo las líneas de su novela “Otro inquilino de la Plaza Odot”, un thriller periodístico cargado de suspenso y contado en tono de historia de ciencia ficción muy al estilo de Minority Report, aquella película futurista que en 2002 protagonizara Tom Cruise dirigido por Steven Spielberg.
La historia es una investigación periodística sobre un hombre, una presencia, un ectoplasma, un nosesabequé que habita en las instalaciones de Plaza Odot y que se ha tornado en una obsesión para los administradores del lugar. Es una novela en la que el autor nos remite a La carta robada de Poe pues, como en el cuento policial del estadounidense, una carta robada le da al personaje el poder sobre el devenir de la historia.
El personaje del huidizo Inquilino le permite a Núnez Noda hilar una trama de misterio que atrapa describiendo un mundo imaginario en el que la tecnología y los avances de internet, bits, redes, pasan a convertirse en un personaje siempre omnipresente en la trama que tal vez es lo que contribuye a crear en el lector ese susto de que podría ser o llegar a ser una realidad aterradora.
La novela está escrita en dos partes plenamente diferenciadas. Una primera parte narrada por un narrador omnisciente que cuenta cómo el periodista investigador se ve obsesionado gracias a la atracción de una mujer, por la historia que le encomendaran investigar sobre el misterioso inquilino, para un reportaje que en un principio no le apetecía en lo absoluto.
Y una segunda parte narrada en primera persona por el propio inquilino por medio de una carta que dejara al periodista investigador. Un cambio de narrador que, no obstante, logra mantener la unidad de estilo y la ilación de la historia.
Aunque la novela está ubicada en los primeros años del siglo XXI, tiene un tono y estructura que la ubican a mí entender en una especie de novela futurista, de historia de ciencia ficción.
Al final, es inevitable hacer un paralelismo entre la historia del Inquilino y la propia historia del autor pues tanto el protagonista de la novela como Núñez Noda se desplazan en el espacio, huyen del caos, se mudan en busca de un futuro mejor o de una realización personal augurando un destino de cambio y posible retorno, si no del propio inquilino, sí de unas nuevas generaciones. Así lo dice el Inquilino:
“El caso es que ya mis ojos acarician el plateado océano, cruzamos las alturas hacia tierras antípodas, mientras garrapateo estas confesiones”.
Para terminar con esta predicción:
“Lejos de esta tierra de éxodo nacerá en los próximos cinco años la tan esperada, anticipada y magnifica Ciudad Odot, nueve veces mayor que su hermana la ciudadela.
Y es entonces cuando el otro inquilino de Plaza Odot piensa traer una nueva generación a este mundo”.