Señores: Quiero darle la bienvenida al señor don Alberto Esparcia, autor de la bitácora de Platypus. La verdad es que será una buena adquisición para Red Libertad, pues don Alberto defiende una serie de ideas muy semejantes al liberalismo que conocemos, un liberalismo humano, centrado en las personas y no en los privilegios. Como yo prefiero siempre que sea el propio individuo el que se presente, mejor cuelgo aquí el texto de presentación de este señor. A mí en particular me ha gustado lo de “”la mayor felicidad del mayor número de personas”, pues me interesa mucho la idea de Bentham.
Estoy agradecido de que este caballero quiera participar y sin duda, aportará un necesario equilibrio templado que difiere de lo que ofrece Pedro o yo mismo y los demás autores.
AVISO: No se permite insultar a ningún autor de Red Libertad sin argumentos ni se permitirán los ataques personales que son destructivos para la armonía en este foro. Ni se le ocurra venir a faltarle al respeto a don Alberto. Crecemos más. Juntos haremos más cosas por un liberalismo ordenado, moderado, razonable.
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Me defino como Social-Liberal (o Liberal y Social, tanto monta)y me decanto por una sociedad democrática abierta, fundamentada en el imperio de la ley, la libertad y la responsabilidad personales, la separación de poderes y en la economía de mercado con el objetivo de realizar “la mayor felicidad del mayor número de personas”. También defiendo la intervención de la sociedad (en ocasiones por medio del Estado, pero no necesariamente) para garantizar la protección de los más desfavorecidos y la igualdad de oportunidades particularmente en los terrenos de la sanidad y la educación universales.
Reivindico un liberalismo de raíz anglosajona (padres fundadores de USA y liberalismo whig inglés) , por contraste al francófilo (que daría lugar al jacobinismo como degeneración extrema), cuyo objetivo no es hacer ‘tábula rasa’ del pasado para instaurar un estado ideal, sino el control del poder, siendo consciente de los peligros de éste, tanto por efecto de la ley como por la vigilancia de los ciudadanos.
En cuanto a la cuestión social reivindico a John Stuart Mill, el “Nuevo Liberalismo” ingles de principio de siglo XX (Hobhouse, Lloyd George), así como el Ordoliberalismo de Willhem Röpke o Ludwig Erhard; no haciendo un dogma de ninguna posición y abierto a cualquier idea que haga compatibles la creatividad y productividad del mercado, con la igualdad de oportunidades, la cooperación y la ayuda mutua voluntarias y la dignidad de la persona. Sé que son escuelas diferentes una “progresista” y otra “conservadora”, pero ambas pueden aportar propuestas interesantes.
Como referentes liberales contemporáneos tengo a Isaiah Berlin y Karl Popper. El primero por su clarificación entre las libertades “negativas” y “positivas” y el segundo por su defensa de la sociedad abierta, el libre pensamiento y la discusión, así como de la pluralidad como factores positivos.
Soy europeísta y defiendo críticamente a la Unión Europea en la medida en que la plasmación concreta actual de ésta es más que discutible: surgimiento de un aparato burocrático distante de la ciudadanía y poco transparente, sesgo entre los ideales europeístas y la conciencia nacional de cada uno de los pueblos, hegemonía de unos países en detrimento de otros… En resumidas cuentas, no comparto el entusiasmo voluntarismo que ALDE (el partido de los liberales europeos) muestra por acelerar la integración europea, cuando la heterogeneidad de las sociedades civiles no se puede resolver por decreto-ley. Asimismo soy atlantista y defiendo la alianza con EE UU y el conjunto de naciones libres de Occidente.
Estoy contra la pena de muerte: si en una serie de naciones se ha llegado a un consenso ‘humanitario’ de desterrar esta práctica, adelante. Aunque ciertamente en Europa y en concreto en España hemos llegado a una hiperprotección del delincuente y a una desprotección de la víctima que clama al cielo.
El tema del aborto me resulta bastante irritante: hay una total desconsideración hacia el ser que humano que va a nacer. No creo que el aborto sea un “derecho reproductivo” como claman las feministas radicales. No obstante, el problema no se va a resolver en base al derecho penal, por lo que acepto como mal menor una ley que lo despenalice en ciertos casos. En última instancia, creo que Occidente y en particular Europa sufre una grave crisis de valores: el hedonismo se ha convertido en el valor absoluto y la responsabilidad y la gratitud hacia nuestra civilización se echan a faltar. No es de extrañar, por tanto, la postura egoísta mayoritaria de nuestra sociedad en este tipo de temas.
En el terreno de la homosexualidad defiendo totalmente la libertad para escoger su opción sin entrometimientos de otros ciudadanos ni del Estado, ni de la Iglesia. Otra cosa es que admito que hay mucha confusión en torno a los roles masculino y femenino, conjunto con la búsqueda del placer inmediato, y es posible que hoy en día ciertas elecciones en relación al tema procedan de la inmadurez emocional y la dificultad para asumirse plenamente hombre o mujer. La identidad masculina está en crisis y se confunde virilidad con brutalidad, no en vano ciertos grupos feministas radicales proclaman que “la penetración es un preludio de la violación”; mientras que en lado de la identidad femenina todavía tienen presencia nociones de la escuela de Simon de Beauvoir que consideran la maternidad como una “condena” y no como un don de la Naturaleza (o de Dios).
Me defino como agnóstico, pero en absoluto ateo, más bien profundamente religioso. Asumo el punto de partida de Wittgestein de que las proposiciones que conciernen a las cuestiones religiosas son mayoritariamente faltas de sentido, pero no por ello dejan de ser las más importantes. Nuestro mundo cotidiano es el mundo del lenguaje, pero todo aquello que está más allá del lenguaje no deja de ser de un valor supremo. En ocasiones me he sentido próximo al budismo y sigo sintiéndome identificado con muchos valores del cristianismo.
Finalmente el tema peliagudo de la guerra: creo que debe ser siempre una última opción y, en general, la organización para la guerra crea las condiciones propicias para el recorte de las libertades; sin embargo, en ocasiones no hay otra opción ¿O acaso no fue necesario enfrentarse con Hitler?. Ahora bien, decidir en qué ocasiones es pertinente o no el recurso a las armas requiere una discusión concreta. Por ejemplo, en el tema de Oriente Medio, no creo posible imponer la democracia a base de bombas y drones. En lo de Afganistán posiblemente no hubo otra opción, pues la agresión fue suya; pero de Irak creo que no fue necesario y podemos estar enfangados en Oriente Medio decenas de años. No es un tema sencillo en el cual pueda sentar cátedra.
Disculpad que no haya podido pulir un poco más el texto, pues prefería no demorarme demasiado. Me quedan muchos temas de interés que espero seguir desarrollando.
Un saludo.
Alberto.
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