Seguro que muchos de vosotros recordáis las palabras de Carl Sagan cuando vio nuestro planeta aquel 14 de febrero de 1990 fotografiado por la Voyager I a 6000 millones de Km de distancia:
"Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, (...) cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto (...) ha vivido ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol."
Ahora, gracias al telescopio espacial Hubble de NASA/ESA, un grupo de astrónomos ha obtenido por primera vez la luz de un exoplaneta en color verdadero. El planeta afortunado está a 63 años luz en la constelación de Vulpécula. Su nombre: HD 189733b. Su color: un profundo azul cobalto que recuerda a la Tierra vista desde el espacio.
Pero ahí se quedan las similitudes con nuestro planeta. Ese punto azul es una gran bola de gas en cuya atmósfera se alcanzan temperaturas de más de 1000º C que provocan lluvias de pequeñas bolas de vidrio, unido a vientos superiores a 7000 Km/h.
Mapas de temperatura
En 2007, el telescopio espacial Spitzer de la NASA midió la luz del planeta en el rango del infrarrojo creando uno de los primeros mapas de temperatura de un exoplaneta. En él se ponía de manifiesto la diferencia de temperaturas entre el día y la noche, que rondaba los 260º C causando los fuertes vientos.
"Este exoplaneta ya ha sido estudiado en el pasado, tanto por nosotros como por otros equipos", afirma Frédéric Pont, de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y co-autor de esta publicación. "Sin embargo, ha sido la primera vez que se ha medido su color verdadero".
Viendo la ausencia de luz
Para llevar a cabo esta investigación, los astrónomos midieron el albedo de HD 189733b, es decir, la cantidad de luz que refleja el exoplaneta iluminado por su estrella. Una luz exoplanetaria realmente muy débil.
Para aislar la luz del planeta de la de su estrella, el equipo de astrónomos usó el Espectrógrafo de Imágenes del Telescopio Espacial (STIS), observando el planeta antes y después de que pasase por detrás de su estrella madre, lo que se conoce como tránsito secundario. A medida que se iba ocultando detrás de su estrella, la luz reflejada desde el sistema disminuía en aproximadamente una diezmilésima, pero esta variación ha sido suficiente como para estudiar el color verdadero del planeta.
"Hemos visto caer el brillo del sistema en la parte azul del espectro cuando el planeta pasaba por detrás de su estrella", explica Tom Evans de la Universidad de Oxford, (Reino Unido), autor del artículo. "A partir de esto, se desprende que el planeta es azul, porque la señal se mantuvo constante en los otros colores que medimos".
NASA, ESA, and A. Feild (STScI/AURA)
Da la casualidad de que el plano orbital del planeta es paralelo a nuestro punto de visión, por lo que el planeta pasa periódicamente por delante y por detrás de su estrella pudiendo observar sus tránsitos principales y secundarios, respectivamente.
Un mundo a 63 años luz
Este mundo azul se encuentra a 63 años luz de nosotros, uno de los más cercanos que se han detectado. Pero su color no procede de la reflexión de unas aguas paradisíacas, sino a su turbulenta atmósfera mezclada con silicatos, dispersando la luz azul.
Seguro que estos astrónomos, al ver el color verdadero del exoplaneta, por un momento sintieron lo que Carl Sagan sintió a ver ese "punto azul pálido" suspendido en un rayo de Sol.
Este nuevo artículo, titulado "The deep blue colour of HD 189733b: albedo measurements with HST/STIS at visible wavelengths" aparecerá en la publicación del 1 de agosto de la revista Astrophysical Journal Letters.
El equipo internacional de astrónomos que participan en el estudio está formado por T. Evans (Universidad de Oxford, Reino Unido), F. Pont (Universidad de Exeter, Reino Unido), D. K. Sing (Universidad de Exeter, Reino Unido), S. Aigrain (Universidad de Oxford, Reino Unido), J. K. Barstow (Universidad de Oxford, Reino Unido), J-M. Désert (Instituto Tecnológico de California, Estados Unidos; Sagan Postdoctoral Fellow), N. Gibson (Observatorio Europeo Austral, Alemania), K. Heng (Universidad de Berna, Suiza), H. A. Knutson (Instituto Tecnológico de California, Estados Unidos) y A. Lecavelier des Etangs (Universidad Pierre et Marie Curie, Francia).