Otra vez el susto y el fantasma de Valladolid planeando por Nervión. De nuevo un partido que desde el minuto treinta de la primera mitad, si no antes, debimos encarrilar sin mayor problema ante un Osasuna de lo más debilito que nos hemos encontrado esta temporada y que sin embargo nos empeñamos en complicarnos y en enfadar a una grada que a poco que se le de, muere con el equipo.
Ha tenido que ser el de siempre, Rakitic, con la ayuda del incombustible M´Bia el que marque las diferencias entre los veinte y tantos que han jugado hoy.
Nos cuesta ver puerta. Creamos ocasiones pero nos cuesta cholarla dentro, unas veces por mala fortuna como los dos lanzamientos al palo de Bacca y otras por no tener la calidad suficiente o los nervios templados para saber colocarla dentro de la portería y no en las nubes ¿verdad Gameiro?.
De nuevo fallo en defensa en la única ocasión que nos hace Osasuna con peligro, un peligro que para cualquier otro equipo no hubiera pasado de una simple jugada de ataque. Gol calcado al del gigantón pucelano la semana pasada, con la inestimable colaboración de Pareja y Carriço, sobre todo el primero que es el que tiene la jugada de frente.
Menos mal que quedaba poco tiempo y que Osasuna ya acusaba el esfuerzo que supone jugar casi todo el partido con diez.
Habrá quien atisbe mejoría, quien diga qué poco a poco nos vamos encontrando, que la plantilla empieza a conocerse, a entenderse. Pues yo sigo pensando que lo que conseguimos es porque lo que se nos pone en frente es peor que nosotros.
Ojalá y me equivoque.