Cuando se atiza un fuego, puede venir un incendio. Así le está pasando al PP. Capaz de cualquier cosa por conseguir votos, no se cortó ni un pelo en escoger a un personaje nefasto, Juan José Cortés, que se hizo popular por el cruel crimen cometido contra su hija Mari Luz, hace más de dos años.
Pues sí, este personajillo, que tuvo la desgracia de que asesinaran a su hija, utilizó ese hecho para convertirse en un personaje mediático que se paseaba por las distintas televisiones contando su desgracia, y con un afán desmedido por trepar en política, primero estuvo a punto de alistarse en el PSOE, después coqueteó con UPyD, y por último, sin ningún empacho, y pensando en los votos que le podían dar, el PP le fichó como asesor jurídico y le ha utilizado en la campaña de las municipales de mayo.
Pero claro, ahora resulta que está imputado por un altercado familiar donde, presuntamente, ha disparado contra un pariente, y el PP no quiere meterle en las listas. Cortés, cabreado y desilusionado, después de que Arenas y otros altos gerifaltes del PP le prometieran el oro y el moro, suelta una verdad como un templo: "Hay otros imputados que han estado en listas electorales y no ha pasado nada”.
Además este individuo ha amenazado al PP, y le ha dicho que ojito, que detrás de él hay dos millones de votos, debido a su pretendido carisma y a que es un líder de la Iglesia Evangélica
En fin, un episodio digno de la prensa rosa, pero que he querido traer aquí por su trasfondo político. Esa doble moral del PP que, independientemente de la actitud de este medrador compulsivo, primero le utiliza y luego le va a tirar al cesto de los papeles. Y todo en clave electoral, primero ha servido, ser mediático les daba votos, y ahora, después del escándalo, se los puede quitar. Cuando los imputados han tenido suficiente fuerza, han entrado en las listas y sin el menor reparo. Me refiero, por ejemplo, a las listas de la Comunidad Valenciana de mayo pasado.
Un ejemplo más de que a político, a menudo, no se llega por preparación, por conocimientos, ni por elección de los militantes del partido, sino por medrar y por intereses espurios.
Salud y República