Otros
me siguieron y construimos estas cabañas grises de troncos. No es una buena
forma de vivir, porque las cosas cuadradas carecen de poder.El
Poder del Mundo obra siempre en círculos porque todo tiende a la redondez. En
los viejos tiempos, cuando éramos fuertes y dichosos, nuestro poder brotaba del
aro sagrado de la nación y mientras el aro se mantuvo intacto el pueblo
prosperó. El árbol floreciente se hallaba en el centro, y lo nutría el círculo
de las cuatro regiones. El este daba paz y luz, el mar calor, el oeste lluvia,
y el norte con su viento fuerte y frío, le confería fuerza y resistencia. Todo
lo que el Poder del Mundo hace, se hace en círculos. Según me han contado, el
firmamento es redondo y la tierra es redonda y lo mismo las estrellas. El
viento gira en su gran fuerza. Las aves construyen en círculos sus nidos. El
sol sale y se pone en círculo, como la luna, y ambos son redondos. Incluso las
estaciones forman un gran círculo en su trascurso de una a otra y vuelven
siempre al punto de inicio. La vida del hombre es un círculo de infancia a
infancia, y lo mismo sucede en todas las cosas en las que el poder reside. Nuestros
tipis eran redondos como los nidos de los pájaros y siempre se disponían en círculo
en el que el Gran Espíritu deseaba que empollásemos a nuestros hijos. Pero
los wasichus nos han metido en estas cajas cuadradas.Del
libro ‘ALCE NEGRO HABLA’ de John G. Neihartdt