Aunque, desgraciadamente, nos estamos acostumbrando a observar los terribles efectos de la crisis en las personas, todavía este guardián etéreo se sorprende al encontrar seres vivos que luchan a diario por su supervivencia, en condiciones casi imposibles.
Como esos chopos temblones a orillas del embalse de Beleña, con su tronco cubiertos de agua hasta una altura de 2 metros. Parece que esperan la bajada de nivel, en veranos y otoños, para tomar fuerzas y poder aguantar un año más.
O ese roble que amenaza con caerse, pero que se agarra con fuerza a la caliza intentando mantener una verticalidad que perdió hace años. Lecciones que nos da la naturaleza y que en estos tiempos de crisis son de aplicación.
Lar-ami
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