Revista Educación

Overbooking en la Universidad de Valencia, la vergüenza de Bolonia

Por Ruta42 @ruta42

Overbooking en la Universidad de Valencia, la vergüenza de Bolonia Logotipo de la UV
El artículo 5/B del reglamento interno de la Universitat de València establece claramente que el orden de las matrículas vendrá establecido en función de la nota media. O lo que es lo mismo, que el alumno que se haya deslomado para obtener buenas notas tendrá preferencia para escoger el grupo donde desea estudiar. Algo que no ha ocurrido en el Grado de Trabajo Social.
Para muestra, un botón: servidor tiene una nota media de 7,27 y se ha matriculado 24 horas antes que alumnos con notas media superiores. Es más, algunas de estas personas con medias más altas han compartido horario de matrícula con alumnos que solamente habían aprobado 72 créditos ECTS, frente a los 120 que representan los dos cursos que habíamos pasado limpiamente.
Por si acaso este horror de preferencias hieráticas no fuese suficiente, a ningún alto cargo universitario se le ocurrió pensar que sería buena idea mencionarnos que se habían reducido las plazas por grupo a tan solo 35 alumnos (para que comparéis, en mi grupo hemos rondado los 50 durante los dos años que llevamos estudiando).
Las consecuencias de esta decisión tomada sin participación estudiantil alguna – ni tan siquiera se le pidió opinión a la Asamblea de Representación de Alumnos – no fue otra que la división. Compañeros y grupos de trabajo (conceptos que no habían parado de remarcarnos como imprescindibles en nuestra titulación) se vieron truncados de un plumazo al no haber cabida en cada grupo para todos ellos.
Todo esto, según dicen, porque no les parecía justo que fuésemos 50 alumnos en los grupos de mañana y apenas una veintena en los grupos de tarde. Lo que parecen no entender ellos, tan cómodos en sus sillones mullidos y reclinables, son dos conceptos más sencillos que trazar una circunferencia ayudado de un compás:
1- En la primera reunión informativa se nos informó que, gracias al “estupendo” plan Bolonia, se mantendrían los grupos intactos y unidos hasta la graduación. Término que han roto sin clemencia alguna.
2- Si los grupos de tardes se ven tan vacíos es porque, simple y llanamente, no existe demanda. No puedes forzar a los alumnos a matricularse en un horario que, por motivos personales que no incumben a la organización del campus, no les conviene.
Pero la cosa no acaba ahí. Una última consecuencia de esta serie de catastróficas desdichas fue que, para cuando llegó el tercer día de matriculación, se habían acabado las plazas ofertadas. ¿Solución? Volver a abrir los grupos. En pocas palabras: el estudiante que “no ha dado un palo al agua” en todo el curso y se ha matriculado el último ha podido escoger el grupo de estudio que le ha apetecido, y el trabajador se ha visto abandonado en la estacada.
Ya se han alzado protestas por parte de los estudiantes que no han tardado en ser desoídas y despreciadas por los responsables de tamaño despropósito, alegando que “el orden de matrículas se genera por ordenador, no se puede haber equivocado”. Cuando se les presenta delante de sus narices casos de personas con notas medias superiores en turnos tardíos, preguntan dónde hemos averiguado tales calificaciones.
Dichos datos se encuentran en el apartado “Créditos y nota media” del Aula Virtual, el recurso informático de la UV, desde donde puedes consultarla e imprimir un .pdf oficial con el sello de la universidad. Y entonces ellos responden que esa no es nuestra media real, que no nos fiemos. Entonces, si ese papel oficial no es cierto, ¿dónde consultamos nuestros resultados académicos? El silencio es lo único que nos dan por respuesta, y un encogimiento de hombros.
La desinformación y saltarse a las bravas los términos que firmamos en las matrículas la primera promoción de Grado en Trabajo Social son ya práctica habitual entre el equipo administrativo de la universidad donde estudiamos. Estamos hartos de que se nos ignore, de que se nos ningunee y de que jueguen con algo que, en definitiva, es nuestro futuro laboral. Pero nadie quiere hacernos caso.


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