Oxitocina, la hormona de las mil caras

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La investigadora sueca Kerstin Uvnäs impartió la conferencia inaugural del X Congreso de Fedalma recordando que cuando ella empezó su investigación sobre la oxitocina se sabía poco o casi nada sobre el mecanismo de la oxitocina, más allá de su implicación durante el parto y la lactancia.

En cambio, hoy en día sabemos que los humanos contamos con una compleja red neuronal sensible a la oxitocina, por lo que esta hormona influye en gran cantidad de funciones fisiológicas. Por ejemplo, actualmente está demostrado que la oxitocina produce cambios psicológicos, promoviendo la calma y reduciendo el estrés.
Pero la oxitocina tiene efectos más allá del cerebro. Uvnäs señaló que esta hormona promueve el crecimiento de las células, por lo que se la puede considerar una hormona del crecimiento. Además, si la oxitocina llega a una célula cancerígena, inhibe su crecimiento, por lo que tiene un efecto preventivo en casos de cáncer de pecho, de colon, de ovario o de endometrio.
Comportamiento maternal y social
Kerstin Uvnäs también habló de experimentos en los que la administración de oxitocina a ratas (e incluso a mamíferos superiores) indujo un comportamiento maternal incluso en hembras que nunca habían dado a luz. Pero, además, los animales tratados con oxitocina se vuelven más sociables, son más cercanos y abiertos y menos propuestos a luchar por el territorio. La oxitocina tiene un efecto calmante, ansiolítico, en el área del cerebro conocida como amígdala. También reduce la sensación de dolor, tiene efecto anti-estrés, disminuye el cortisol y aumenta tránsito gastrointestinal. Por otro lado, si en lugar de administrarla puntualmente se repite la pauta y se administra durante un par de semanas, se observan efectos a largo plazo que duran incluso varias semanas:
  • Efecto similar a una ansiolítico.
  • Mayor umbral del dolor.
  • Menor inflamación.
  • Menor presión sanguínea.
  • Menor nivel cortisol.
  • Tono vagal aumentado.
  • Facilita el aprendizaje.
  • Aumenta la ganancia de peso.
  • Aumenta la tasa de curación de heridas
También en humanos
Aunque la investigación básica demuestra la gran capacidad de la oxitocina para modular el funcionamiento del organismo y el comportamiento en los animales, lo cierto es que estos efectos se han replicado también en estudios con humanos. Un efecto interesante de la oxitocina en las personas es su capacidad para aumentar la interacción social, mejorando la interpretación de los comportamientos sociales ajenos. Los individuos que reciben oxitocina se miran más los unos a los otros, sobre todo a los ojos, y entienden mejor cómo se sienten las otras personas.

Además, bajo la influencia de la oxitocina, las áreas del cortex relacionadas con el pensamiento crítico se inhiben y por eso se suele decir que el amor de madre es ciego. Al ser efectos relacionados con el área límbica, son completamente inconscientes. Kerstin Uvnäs añadió que, en ámbito de la maternidad, el papel de la oxitocina es fomentar y reforzar la confianza en la pareja y en el hijo.

Otros efectos de la oxitocina en seres humanos son:
  • Aumenta la capacidad de creer lo que la otra persona te está diciendo.
  • Reduce la ansiedad.
  • Disminuye los niveles de cortisol.
  • Menor tendencia a la la depresión.
  • Disminuye la sensibilidad al dolor.
  • Mejora la confianza.
  • Aumenta la probabilidad de ser hipnotizado.
También se están realizando ensayos clínicos sobre la influencia de la oxitocina en autismo, fobias sociales, esquizofrenia, depresión, ansiedad, enfermedades relacionadas con el estrés, abuso de sustancia, ayudante en psicoterapia, etc.
Cómo se segrega la oxitocinaLa oxitocina se segrega durante la lactancia y durante el parto, pero también se relaciona con muchas otras áreas del cuerpo y del cerebro. Por ejemplo, se puede segregar desde el estómago, cuando una comida nos complace, o con las caricias. En cuanto a la lactancia, en un estudio en el que se sacaron 25 muestras de sangre a mujeres durante una hora se constataron picos de oxitocina cada 90 segundos aproximadamente, en un patrón pulsátil muy diferente al del ciclo de la prolactina.
Kerstin Uvnäs destacó que las mujeres con mayores niveles de oxitocina fueron las que registraron también niveles más altos de prolactina, por lo que la oxitocina no solo influye en la eyección de la leche, sino que también tiene un efecto significativo sobre la producción.
Cuando la mujer amamanta, la oxitocina ayuda a activar el estómago y todas las hormonas necesarias para la digestión, por lo que la función del sistema gastrointestinal se adapta a la cantidad de leche que está dando. Se optimizan todas las funciones del estómago y el intestino, de tal manera que se mejora el aprovechamiento energético de todos los alimentos que ingiere la madre.
La oxitocina segregada durante la lactancia se relaciona también con una disminución de la hormona del estrés, el cortisol. Por eso, Kerstin Uvnäs  habló del efecto antiestrés de la lactancia materna, ya que cada vez que una mujer amamanta disminuye significativamente el cortisol.
La presión sanguínea también disminuye durante la lactancia con un efecto dosis-dependiente, de tal modo que la tensión de las madres suele ser mucho mejor tras cinco semanas de amamantamiento que en el posparto inmediato.

Oxitocina, lactancia y psique

Las mujeres que amamantan, debido a este patrón repetitivo y pulsatil de la oxitocina, también experimentan cambios en su personalidad. Según el estudio mencionado anteriormente, las mujeres con mayores niveles de oxitocina son las que se vuelven más sociales y registran menores niveles de ansiedad.

Además, en el estudio, las mujeres con mayores niveles de oxitocina fueron las que dieron el pecho durante más tiempo, por lo que Uvnäs relacionó esta hormona con un mejor vínculo entre la madre y el hijo. Por último, añadió que la oxitocina vuelve más protectoras a las madres.
Como resumen de todo esto, la investigadora sueca recalcó que el papel de la oxitocina va mucho más allá de la eyección de la leche, ya que mejora la respuesta fisiológica de las madres y promueve el comportamiento afectivo con el bebé.
La oxitocina y el bebéCuando se habla de la hormona oxitocina, se suele olvidar que el bebé también genera su propia oxitocina. Hasta los tres meses de edad se registra la mayor producción de oxitocina de toda la vida, aunque los mayores niveles de oxitocina en los humanos se registran justo después del nacimiento. En ese momento, los niveles del bebé son incluso mayores que los de la madre.
No solo el nacimiento estimula la secreción de oxitocina en el bebé, sino que, con la succión, el bebé segrega su propia oxitocina además de estimular el mismo efecto en el organismo de la madre. Esto se ha constatado, por ejemplo, estudiando a terneros que registraban mayores niveles de oxitocina al succionar del pecho de su madre que al beber de un cubo.
El contacto piel con piel también fomenta la secreción de oxitocina, tanto en la madre como en el bebé. Siguiendo ese patrón pulsátil al que nos referíamos anteriormente, el cuerpo de la madre varía su temperatura por el efecto vasodilatador de la oxitocina. Y este cambio se transmite al bebé.
¿Protegemos el mecanismo de la oxitocina?La oxitocina es una hormona tímida, no se segrega en la presencia de gente que no nos agrada o en situaciones percibidas como desconocidas o inseguras. Por eso es necesario cuidar tanto el momento del parto como la lactancia, para contribuir a que los mecanismos de la oxitocina funcionen tal y como están programados para hacerlo.
El problema es que hay prácticas, aparentemente inocuas, que dificultan estos procesos. Por ejemplo, en algunas maternidades se sigue envolviendo al bebé después del parto y se sabe que para los beneficios del contacto piel con piel no es suficiente la cercanía sino que tiene que haber contacto “real” de la piel del bebé con la piel de la madre.
Otro aspecto en el que se interfiere con el mecanismo de la oxitocina son las cesáreas. Cuando se realizan de urgencia sí que ha dado tiempo a que el bebé estimule el mecanismo de esta hormona, pero en las cesáreas electivas, al no desencadenarse el proceso del nacimiento, no se libera oxitocina. Y esto supone un problema a posteriori.
Uvnäs señaló, por ejemplo, que a los dos días posparto las mujeres que se habían sometido a cesáreas programadas no tenían estos picos de oxitocina que sí se registraban en las mujeres con un parto normal. Aunque se puede recuperar lo perdido después, lo cierto es que sin estos pulsos de oxitocina la prolactina tampoco sube y también se dificultan las adaptaciones psicológicas para el comportamiento maternal.
EpiduralAl aplicar la anestesia epidural, los nervios y los impulsos de toda esa zona se bloquean, por lo que el cerebro no registra lo que está sucediendo en la zona pélvica. De nuevo, esto dificulta la producción de oxitocina y, por tanto, influirá en los niveles de prolactina y en la adaptación maternal. En las madres que dieron a luz con anestesia epidural se constató que, dos días después del parto, los bebés amamantado no experimentaban aumento de la temperatura corporal con el contacto piel con piel. La teoría es que está fallando algo básico en la comunicación entre el cuerpo del bebé y el de la madre.
Finalmente, y en lo que se refiere al uso de oxitocina sintética durante el parto, Kerstin Uvnäs señaló que una de las principales diferencias entre ambas hormonas es que la natural fluctúa en picos mientras que la sintética se inyecta de una manera lineal. Al comprobar los niveles de oxitocina a los dos días posparto en las mujeres que recibieron oxitocina sintética se constató que producían menos oxitocina natural. “La producción endógena de oxitocina se regula a la baja de manera artificial”, concluyó la ponente.
Cuando se producen intervenciones, hay riesgos. Se interfiere en el proceso natural de la oxitocina, lo que induce cambios a nivel fisiológico que no se resuelven con intervenciones posteriores. La receta para evitarlo, dijo Uvnäs, es simple: continuar con el mecanismo fisiológico de parto, lactancia, contacto piel con piel, masaje, interacción social y apoyo familiar a la madre.