Su libro, dividido en dos grandes tomos, utiliza la mítica figura de Sor Juana Inés de la Cruz como referente para hacer un compendio de las 21 mujeres escritoras más destacadas que ha tenido México hasta nuestros días.“El propósito de este libro es recordarle a los lectores que tenemos una literatura femenina de primerísimo orden y que merece ser leída y estudiada, no sólo como grupo aislado, sino como parte de lo mejor que ha dado nuestra cultura”, comentó Rosas.Dijo que hay escritoras mexicanas muy reconocidas como Rosario Castellanos, pero sin embargo muchas han sido poco estudiadas sólo por el hecho de ser mujeres.“Quizá algunas han sido reeditadas, pero eso no quiere decir que su obra se haya revisado lo suficiente”, agregó.Rosas subrayó que es necesario rescatar a personajes como Nahui Ollin y Antonieta Rivas Mercado, quienes en la década de 1920 fueron excelentes escritoras y mujeres transgresoras a quienes una sociedad machista inmediatamente las tildó de malas, traicioneras y hasta prostitutas.“Vivieron una postura muy parecida a la de Sor Juana, pues se preocuparon porque las mujeres se educaran y tuvieran una visión diferente y crítica de su entorno”, comentó la investigadora.Explicó que con esta antología también pretende que los lectores comprendan, de forma entretenida, el contexto de cada una de las escritoras, que sepan cómo es su legado literario, cómo las veían en su tiempo y cuál era su cosmovisión.Rosas aseguró que todavía existen en nuestra sociedad muchos patrones falocéntricos que pretenden mantener a las mujeres en segundo plano, condicionadas a su rol tradicional de escuchar y obedecer.Cabe destacar que las mujeres transgresoras todavía son señaladas y relegadas duramente por sociedades donde es necesaria la aprobación masculina.“Nos han hecho creer que ya somos iguales y que tenemos los mismos derechos, pero entonces me pregunto por qué todavía hay tantos feminicidios”, cuestionó.Lo mismo sucede en el ámbito de las letras, donde a la literatura femenina se le trata como un mundo aparte, no equiparable al de los escritores masculinos.Esa desigualdad se nota en los catálogos editoriales que todavía presentan una gran desproporción genérica.“Por ejemplo, cuando se habla de los grandes autores de la novela revolucionaria se menciona a Juan Rulfo, Mariano Azuela o Martín Luis Guzmán, pero nunca a Nellie Campobello, cuya obra es genial”, comentó Rosas.Otro ejemplo es Elena Garro, a quienes muchos intelectuales mexicanos la relegaron sólo por haberse divorciado de Octavio Paz.“Óyeme con los Ojos. De Sor Juana al Siglo XXI”, de Patricia Rosas Lopátegui (editado por la UANL), también trata de romper con esa voz patriarcal que aún domina.
FUENTE:http://www.elmanana.com.mx/notas.asp?id=228642