P. Michael Henry Stickelbroeck, teólogo austríaco en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Su vocación y misión. Radio María

Por Joseantoniobenito

Michael Henry Stickelbroeck. Doctor en Teología Dogmática (Universidad Augsburgo. Docente en el Instituto Universitario de Filosofía y Teología (Austria), nos visita regularmente como docente en la Facultad de Teología de Lima y aprovechamos su presencia para compartirnos testimonio vocacional y misionero y algunos alcances de sus investigaciones teológicas. Aquí el podcast junto con mi cuestionario y alguna de sus respuestas por escrito. Muchas gracias. Bendiciones

https://www.radiomariaperu.org/testimonio-vocacional-y-participacion-de-los-fieles-en-la-misa/

7. Un mensaje para los jóvenes

¿Cómo surgió su vocación?

Bueno, sí, sin duda el encuentro con la fundadora de la Academia Gustav Siewerth contribuyó mucho a mi vocación. Se trata de la Sra. Alma von Stockhausen, una filósofa católica alemana a la que conocía desde los 17 años y que, sin duda, fue para mí una madre espiritual.

Por supuesto, importantes para mí eran también los otros profesores que fueron a esta Academia para darnos valiosas conferencias. La Academia está situada en el sur de la Selva Negra, en Alemania. Durante muchos años, incluso como estudiante, participaba yo a veces en clases y eventos de esta Academia. Las charlas por la noche alrededor de una chimenea abierta eran especialmente impresionantes.

Así que esta academia fue un hito innovador para muchos jóvenes. Se dedicó a la interconexión del pensamiento y la fe.

También fueron importantes para mí las conversaciones sobre la fe que tenía con amigos que también visitaban esta Academia, que se dedica a la interconexión del pensamiento y la fe.

En el centro de la fe católica está la Eucaristía, el sacrificio de la Misa. Por ello surgió en mí el deseo de celebrar yo mismo la misa y hacer así presente a Cristo para los fieles.

El CIC dice en el n. 1994, citando a San Agustín: "La justificación del impío es una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra...". [...] porque "el cielo y la tierra pasarán, mientras [...] la salvación y la justificación de los elegidos permanecerán" (San Agustín, In Iohannis evangelium tractatus, 72, 3).

Yo entendía cada vez más y mejor que la cooperación con Dios en la obra de la salvación de las almas es el trabajo más importante que hay. Eso fue lo que quería hacer. Por eso me convertí en sacerdote.

Desde los primeros años de mis estudios, me dediqué mucho a la teología. Me inspiraban los escritos de Joseph Ratzinger. Junto con muchos otros sacerdotes de mi generación, pertenecemos a la llamada "Generación Benedicto".

Su presencia en el Peru

En mis primeros años como profesor de teología, sentí la necesidad de aprender español y de ponerme en contacto con teólogos de lengua española. Compré libros para aprender español e asistí en clases de español en la Universidad de Viena. En algún momento tuve la idea de hacer algo en América Latina. Hablé de ello con diferentes personas. Entonces me puse en contacto con el padre Thomas Huckemann, que llevaba 25 años trabajando en Cañete. Me consiguió una invitación para venir a Perú. Fue una gran experiencia nueva para mí. La gran piedad de la gente de aquí me anima. Lo he experimentado en la veneración de las imágenes, especialmente de Cristo crucificado, en las procesiones y también en las misas.

Se puede sentir, si se viene de Europa, que la fe de la Iglesia ha sellado el alma de Perú y está muy viva aquí.

Por eso me gustó tanto que desde hace 15 años vengo a Perú cada año.

Una palabra para la juventud

Las redes sociales están muy presentes en la vida actual. Muchos no consiguen apartar el celular durante el trabajo, el estudio, las horas libres, las comidas, las conversaciones. Así, se corre el riesgo de estar inmerso en un mundo virtual que no es la vida real. Esto ocurre donde nos encontramos con la naturaleza, el medio ambiente, otras personas. Ten el coraje de una ascesis mediática (abstenerse de los medios), apaga el dispositivo al menos durante 5 horas cada día. ¡Intenta descubrir lo que el otro realmente necesita y conversa con él acerca de esto! Dedica tiempo a conversaciones reales. ¡Busca la verdad! Así encontrarás también a Cristo.