Poseía una de las cualidades más valiosas para un escritor: la humildad. Era un hombre sencillo de conversación fácil, con un gran bagaje de lecturas, pero que siempre estaba atento a nuevos descubrimientos literarios. Gran observador de lo que le rodeaba, sus narraciones solían tener como protagonista a gente normal, casi vulgar, personajes de barrio con los que uno podía llegar a identificarse plenamente. Sus artículos, dotados siempre de una buena dosis de sentido del humor, se decantaban frecuentemente hacia sus preocupaciones sociales. Más de una vez me llamó para bajarme algún nutrido lote de volúmenes para llevarlo a la librería de Más Libros Libres. Todos los que le conocieron lo recordarán siempre con una sonrisa amable en la boca. Sus libros y su sonrisa serán su legado. Dejo aquí los artículos que le dediqué en el blog:
https://elhogardelaspalabras.blogspot.com/2015/10/el-protegido-2015-de-pablo-aranda-la.html
https://elhogardelaspalabras.blogspot.com/2013/07/los-soldados-2013-de-pablo-aranda-tras.html
https://elhogardelaspalabras.blogspot.com/2011/11/la-otra-ciudad-2003-de-pablo-aranda.html
https://elhogardelaspalabras.blogspot.com/2011/03/ucrania-2006-de-pablo-aranda-malaga.html