Si siempre es difícil hacer una reseña de un libro separándola del personaje que encarna su autor, lo es más si el autor transmutó durante su creación: el libro de referencia está escrito en sus orígenes por un profesor universitario aficionado a las tertulias (verano 2013) pero lo ha terminado de escribir el líder político del momento que aspira a gobernar España (2014). Según él mismo comenta en la primera página: “El grueso de este libro terminó de escribirse a finales del verano de 2013” (pág. 9), pero realmente lo finaliza en “septiembre de 2014” (última pág., las fechas son importantes).
Este tránsito se transluce en algunas partes del libro, a medio camino entre una obra de agitación de las ideas políticas para un nuevo partido y de divulgación de la historia reciente de España. Escrito de forma sencilla, asequible y breve (187 páginas en total) para su difusión masiva. Tengámoslo en cuenta en toda esta reseña crítica, que es tal vez excesivamente larga por el carácter ineludiblemente famoso del autor y las repercusiones públicas que puede tener su obra, que exigen un cierto detenimiento en el análisis.Aunque aporta numerosas referencias y relatos de nuestra Historia, como libro académico de un profesor no resistiría bien la crítica. Por ejemplo, a pesar de las numerosas citas, no incluye un apartado de Bibliografía o de referencias bibliográficas (ni notas a pie de página), lo cual supone, entre otros problemas, que si alguien quisiera confirmar o ampliar alguna de esas más que interesantes citas sería poco menos que imposible. Quedémonos pues en que es una obra de divulgación popular. Aun así tenemos que señalar que, aunque aporta muchos datos y fechas sería conveniente, para siguientes ediciones, que fuese revisado a fondo. Algunas razones: sin ser el que suscribe esta crítica experto en Historia, se ven algunos fallos, espero que sean los menos, pero citamos uno que sobresale: indica que Franco murió “el 20 de septiembre de 1975” (pág. 104). La redacción del libro tiene numerosos errores de estilo (palabras que se repiten o están en sitio inadecuado). Ej.: “nunca se debe asumir el leguaje [sic] del adversario político del adversario sino disputarlo” (pág. 48). Fruto tal vez de unas prisas inexplicadas por terminar un libro “de ocasión” que busca ampliar el impacto del personaje-estrella del momento (con su foto ocupando toda la portada), pero que debería haber sido revisado antes de su publicación.Pero entremos en temas de fondo. El libro es atractivo, entre otras razones, por su fácil lectura y actualidad, llegando sus análisis y relatos a sucesos acaecidos hace apenas unos meses. Sus referencias congratularán a muchas personas de izquierdas, sin prejuicios ni dogmatismos. Ha sido una alegría ver, por ejemplo, las numerosas veces que cita a Manuel Vázquez Montalbán, gran escritor y pensador de izquierdas poco reconocido (tal vez porque su gran imaginación le llevó a dedicarse principalmente a la novela), capaz de analizar y expresar en una sola frase todo un acontecimiento que otros necesitaríamos muchas páginas para tratar de explicar. También las citas a Tuñón de Lara, Fontana, Gramsci...Para un análisis más detallado vamos a seguir un cierto orden según la propia exposición en el libro:Resulta en principio chocante que cuando cita a cualquier partido político lo haga como es normal en un nombre propio (primera letra en mayúscula resto en minúscula) pero no es así cada vez que cita a “PODEMOS”. Que yo sepa, no son las siglas ni el acróstico de un partido, sino su nombre (perdón si estoy equivocado como la mayoría de la población). Resulta un poco cansino ver que cualquier partido se cita como es habitual “Partido Popular” o PP, Izquierda Unida o IU (a la que curiosamente casi no cita), pero PODEMOS ocupa todo el mayúsculo espacio.
La parte histórica de sus análisis comienza con una interesante y oportuna referencia a la obra de Lenin La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, y continua con citas elogiosas a algunos movimientos sociales recientes, especialmente al 15M, la PAH y las mareas. Con afilados asertos: “Para los profetas solitarios de la pureza revolucionaria las mareas ciudadanas son serviles al sistema porque no son realmente anticapitalistas” (pág. 27), “la radicalidad en política no se mide por los principios o por lo encendido de los discursos, sino por la radicalidad de los resultados” (pág. 29). Interesante también el apartado “Power is power ¿Ajedrez o boxeo?”, en el que analiza los sistemas de poder y de gobierno actuales. Pero en el que, como en otras partes de la obra, simplifica al máximo en algunos de sus análisis y, digamos que “desliza” algunas afirmaciones asombrosas. En este apartado, hablando de la situación posterior a la 2ª Guerra Mundial, indica: “El reparto del mundo en Yalta y el éxito ideológico, así como el desarrollo de las llamadas sociedades avanzadas cerró las posibilidades revolucionarias en Europa occidental, como demostró el fracaso de las Brigadas Rojas o de la RAF (Rote Armee Fraktion, también conocido como Baader-Meinhof) en Alemania, que intentaron ‘boxear’ con el Estado” (pág. 35). Y aquí sí entramos en temas de fondo ¿realmente piensa Pablo Iglesias que las Brigadas Rojas y la denominada Fracción del Ejército Rojo (RAF) fueron “las posibilidades revolucionarias en Europa occidental” que fracasaron? ¿Se puede deducir entonces que Pablo Iglesias hubiera deseado que no fracasaran? Estamos hablando de dos de los grupos terroristas más sanguinarios de la posguerra europea. Calificarlos de revolucionarios es una grave ligereza histórica o un insulto a los que defienden cambios revolucionarios, para los que deseaban un cambio profundo y para toda la izquierda que, especialmente desde el mayo parisino del 68, luchaba por un cambio radical y pacífico y, por tanto, también revolucionario.
A pesar de su proyección mediática en algunos canales televisivos privados, Iglesias tiene la valentía de explicar en pocas líneas como son los “Traficantes de información” en palabras de Pascual Serrano, citando también a los canales en los que el líder y Podemos son receta diaria: “sabemos también que Antena 3, La Sexta, La Razón y Onda Cero pertenecen al grupo Planeta y a Maurizio Carlotti, consejero delegado de Antena 3;... que PRISA depende de Liberty y de Telefónica; que Tele5 y Cuatro son de Berlusconi; (...) La libertad de expresión corre el riesgo permanente de ser asaltada por millonarios a los que no controla nadie.” (p. 168). En definitiva, un libro conveniente de leer y discutir, a pesar de sus luces y sombras, y que, esperemos, mejore en próximas ediciones.
Tomás Alberich